Quihubole!!!: Icheja se suma a la entrega de ayuda humanitaria a población damnificada por lluvias

lunes, 16 de noviembre de 2020

Icheja se suma a la entrega de ayuda humanitaria a población damnificada por lluvias

· El personal participó en la distribución de paquetes alimentarios y en tareas de limpieza de viviendas y espacios públicos, en el municipio de Chilón

· Esta labor se lleva a cabo tras el llamado del gobernador Rutilio Escandón, de estar cerca de la gente que más lo necesita

Chilón, Chiapas.- En atención al llamado del gobernador Rutilio Escandón Cadenas, el Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (Icheja), se sumó al auxilio y entrega de ayuda humanitaria a la población del municipio de Chilón, afectada por la Tormenta Tropical “Eta” y el Frente Frío número 11.

Mediante la suma de esfuerzos, a través de la coordinación del Icheja del municipio de Yajalón, las y los trabajadores del instituto participaron en la distribución de paquetes alimentarios a 100 familias y en las tareas de limpieza de viviendas y espacios públicos dañados por estos fenómenos meteorológicos en las comunidades de Guadalupe Paxila y Ramucil, pertenecientes al municipio de Chilón.

Durante esta jornada se logró remover más seis toneladas de lodo, escombro y residuos sólidos, las cuales fueron arrastradas por las fuertes lluvias hacia las zonas habitadas.

Estas labores realizadas por las y los trabajadores del Icheja, forma parte de las acciones de ayuda humanitaria que ha establecido el Gobierno de Chiapas, a fin de garantizar que las personas damnificadas por las pasadas lluvias, cuenten con todo lo necesario para atender las necesidades más urgentes.

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Nada Personal *

CUANDO LLUEVE ME DA UN NO SE QUE Nada personal No sé si todos sientan lo mismo o tengan la misma o semejante percepción que yo, pero cuando llego a la tierra que me vio nacer, Chiapas, específicamente Huixtla, la humilde casa de mi hijo Jenner y la casa de mis hermanas, y por supuesto la casa de ustedes se vuelve melancólica cuando llueve y cuando llueve de noche con truenos y relámpagos mucho más. Es cierto que no importa si el techo es de teja, palma, lámina o de loza, es el caer de las gotas de lluvia lo que trae la tristeza y el sonido de ellas despierta mis recuerdos heredados por el tiempo o que se anclaron en mi mente sin saber por qué́. Y más aún cuando veo que las calles se convierten en ríos, literal, puedo ver a través de las ventanas a los niños mirar con un dejo de tristeza y alegría este fenómeno, que en un santiamén, cuando cesa la lluvia y la tormenta, como todo vuelve la calma hasta en los corazones, la vida regresa e invita a salir, y sobre todo, ver a los niños jugar chapoteando el agua, bueno, eso eran en mis tiempos de infancia, ahora ya no es lo mismo, los niños corren y el riesgo de ser atropellados por algún orate conductor que ya no respetan. Algunos poetas dicen que el café́ con pan disimula el nudo que se nos hace en la garganta y la cama es un buen pretexto para abrazarnos a los que amamos, los estruendos de los rayos nos llevan a escondernos bajo las sabanas como cuando éramos niños, y eso sí, lo que hagamos debajo de esas sábanas blancas recién planchadas ya sea reírnos, abrazarnos, hacer el amor, o solo saborear nuestra soledad, es la ganancia de la complicidad de Dios que nos manda a dormir aunque sea más temprano. Claro que en este autoexilio, se tiene todo el tiempo para estudiar a la lluvia y para comprobarnos que nos guste o no, no estamos solos. Hay una fuerza superior que mueve a su antojo los hilos de la vida; es nuestro Amado Dios. Cuando llueve puedo escuchar en mi interior la obertura de 1812, (composición musical que narra casi literalmente la campaña militar en 1812, el Ejército Imperial Francés). Por eso siempre he dicho que la música no tenemos que escucharla ni en vivo y tampoco es necesario un equipo reproductor, llevamos en nuestro interior un componente que se conecta con nuestro espíritu y el alma solo se encarga de encender el resto para que sin tantos aspavientos cerremos los ojos y llegamos al clímax de la pieza musical. Sé que este tema está fuera del argumento tradicional, pero me encanta jugar con un abanico de temas a los que me aplico para escribir sintiéndome con pasión a este ejercicio cotidiano en donde usted y yo somos cómplices. Hoy, y aunque no parezca, la lluvia fuerte como la de la otra noche me dejaron agotado, tal vez porque cuando la lluvia es nocturna me pone más melancólico porque me pasa por mi mente tristes recuerdos del huracán Stan, y me resuena la mente qué tan frágiles e indefensos somos ante lo que la naturaleza nos está reclamando. Soy Jorge Escobedo, un aprendiz de periodista que les aconseja que cada vez que llueva aprovechen la tormenta para alimentar su soledad. No olviden que somos seres individuales, aquello de hacer pareja y aparearnos eso es “otro cantar” (como dice mi amigo el profesor David Torres Antonio), pero tenemos libre albedrio para elegir qué deseamos hacer y tener, pero ser felices, es una obligación nuestra, más aún si tenemos a Dios en nuestra mente y corazón. Por eso cuando llueve… me da un no sé qué. Pero que conste, esto no es… Nada personal. Dios les siga bendiciendo grandemente.