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Exal Baltazar Juan Avila/APyPM |
SEMÁFORO
VERDE
Con el correr de los siglos la tolerancia en distintas
sociedades, como la nuestra, se ha hecho participe de la vida cotidiana, ya no
existen manicomios o pabellones psiquiátricos albergando personas con
capacidades diferentes, tomándolos como un peligro o estigma social, ahora los
vemos por las calles y escuelas, luchando por sobrevivir y superarse, un
ciudadano más con familia y amigos,
algunos con empleos.
Muchas campañas se han hecho para obtener igualdad, o por lo
menos, reducir la discriminación; se erigieron obras públicas con la intención
de incluirlos en la sociedad (como rampas), hay autobuses diseñados para ellos,
algunas escuelas manejan modelos integradores para darles la misma educación de
cualquier otra persona, existe una Ley General para la Inclusión de las
Personas con Discapacidad. Se han creado fundaciones, institutos de
capacitación laboral y asociaciones con la finalidad de favorecer a este sector
de la población, tal es el caso de la Asociación Civil Caminando por una
Esperanza de Vida (CAESVI), la cual incluye actividades en pro de la defensa de
los derechos de personas con, lo que nosotros llamamos, “discapacidad” y los
grupos vulnerables (entiéndase madres solteras, personas de la tercera edad, ciudadanos
con VIH, etc.); para ello cuentan con actividades que permiten crear verdadera
consciencia en las personas a través de talleres de vivencia y sensibilización,
además de las habituales pláticas y conferencias.
Éstos talleres consisten en colocarnos a los demás en sus zapatos, en la auténtica sensación de
hacernos falta algún miembro o sentido (como la vista), demostrando como vive
un “discapacitado”. Además facilitan terapias familiares, tratamientos o rehabilitaciones,
ultrasonidos entre otros, para los integrantes de la asociación, en algunos
casos sin costo. Fomentan la inclusión educativa y gestionan becas, atención en
materia de alimentación, vestido, vivienda, otorgan cursos, enseñan artesanías
(bien dicen “da un hombres un pescado y comerá un día, enséñale a pescar y
comerá toda la vida”). Por suerte hay personas en apoyo constante a ellos, tal
es el caso de CANACINTRA, quienes se encuentran en vías de facilitar
instalaciones para la asociación CAESVI.
AMARILLO.
Durante años se ha debatido la forma de dirigirse a este sector
de la población, se les ha llamado inválidos, minusválidos, discapacitados,
personas con capacidades diferentes, pese a ser personas iguales a todos los
demás, con, los mismos derechos y posibilidades de realizarse en todos los
ámbitos de la vida.
Nos comenta el Ingeniero Rómulo Salazar, presidente de CAESVI,
que para ellos, el uso de las etiquetas antes mencionadas es como otorgarles un
sobrenombre, algo para limitarlos y menospreciarlos. Para él, los únicos
discapacitados son las personas con todas sus facultades físicas pero sin el
interés de superarse, aquellos en situación de calle por drogadicción, quienes
incurren en el suicidio, en palabras del Ingeniero, ellos son discapacitados
mentales.
Sin embargo; la sociedad tiende a englobarles para facilitar las
discusiones en materia de su inserción, pues así como se crean espacios
recreativos para niños, lugares de activación física para la ciudadanía,
también se designan espacios en los estacionamientos (comúnmente ocupados por
ciegos o discapacitados mentales incapaces de respetar éstos espacios, gente
con todas sus extremidades y sin crean
rampas de acceso para quienes lo necesitan; al respecto nos comenta el
Ingeniero un proyecto en el cual trabajan, llamado “ciudad para todos”, cuya
financiación pretende ser parte en donativos y parte en labor del ayuntamiento,
es aún una propuesta.
ROJO.
El motivo de este proyecto es la pantomima de inclusión
realizada en las calles. Si bien existen rampas de acceso con la tarea de facilitar
el tránsito de la personas con necesidad de utilizar una silla de ruedas, estas
estructuras poseen graves deficiencias, como las rampas ubicadas fuera de la
UNACH que no corresponden a las normas establecidas a tales efectos, nos
menciona el ingeniero los percances sufridos en su situación pues el ángulo de
inclinación no es el apropiado y quienes requieren de ellas corren el riesgo de
sufrir un accidente debido a ello, la silla se vuelca hacia atrás al intentar
subirlas. Aunado a esto, ¡hay árboles en las banquetas!
La reforestación de nuestra ciudad es una buena idea, generamos
más oxígeno y embellecemos el paisaje urbano, sin embargo; colocar la flora
sobre las banquetas es algo carente de sentido. Tomando en cuenta la inclusión
de los habitantes en silla de ruedas, estos árboles tienden a obstaculizar el
tránsito de nuestros lugareños en tan vulnerable situación, además, a la larga
sus raíces crecerán y sobresaldrán de la acera, dañándola y creando otra
imposibilidad al paso, en dado caso será primordial talarlos o reparar las
banquetas, lo cual incurre en más gastos cuando pudieron tomar en cuenta tales
sucesos antes de comenzar la obra.
Como el “hubiera” solo existe en los diccionarios, continua el
trabajo de la asociación por tocar los corazones y mejorar, además de las
rampas, las esquinas de las calles y avenidas, convertirlas en esquinas de
abanico para crear así un verdadero libre tránsito para los peatones. Por
desgracia, éste encargo es imposible de lograr solo por un puñado de personas
en una asociación, debemos sumarnos todos, ser reflexivos.
Hace falta cambiar la mentalidad de la sociedad tan depravada
por un grupo de radicales buscando frenar las buenas acciones de los demás, en
nuestro estado actual no podemos esperar condescendencia de personas que han
demostrado su desdén y falta de altruismo al castigar, mediante críticas,
campañas en su contra en redes sociales y la falta de interés, algo como el
teletón, cuyo propósito era beneficiar a un grupo altamente vulnerable, tal
como hoy pretende CAESVI.
Queda demostrado lo siguiente: si existen los discapacitados,
pero no son aquellos en silla de ruedas, los carentes de algún sentido o
extremidad; somos nosotros: los intolerantes, faltos de consideración,
detractores de programas para el beneficio público, quienes no nos ponemos en
sus zapatos.
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y comentarios: periodistaexal2015@hotmail.com
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Tapachula,
Chiapas, México; 22012016