"He aquí, os traigo
nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la
ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor." (Luc 2:10,11)
BAJA CALIFORNIA
Redacción/Quihubole!!
TIJUANA, a 23 de diciembre de 2017.- Mañana es Nochebuena y el ambiente navideño flota en el aire. A partir del inicio del mes, nos sentimos más cerca de esta noche tan especial, los cohetes y las luces de colores, los aromas y sabores, las costumbres y tradiciones crean una atmósfera en los días de diciembre para la reconciliación, para el perdón, para el festejo y para alegría del espíritu.
Es la excusa perfecta para convivir con familiares, amigos, compañeros y vecinos.
Experimentamos emociones agradables al interior de nuestro ser, alegrías por los afectos que tenemos y a los cuales volvemos, encontrándonos en medio de una noche mágica, llena de abrazos, besos y sonrisas, compartiendo todos en torno a una mesa donde los buenos sentimientos, los deseos por el éxito colectivo y la esperanza por un mejor futuro, son el plato principal.
Añoranza de los amistades no olvidadas, solo esperando el reencuentro a través de una llamada, un mensajito de texto, un WhatsApp, un correo, una tarjeta que nos haga confirmar los lazos afectivos con la fuerza del corazón.
Alboroto de niños y niñas llenando las casas de sabor a fiesta, en medio de gritos y juegos, de ansiedad que se refleja en sus ojitos excitados esperando que llegue la nochebuena para recibir sus regalos.
Noche de recuerdos de quienes ya no están, esa abuela que nos hacía sabrosos tamales, ponche y rompopo, esos padres que se fueron dejándonos todo un sendero de luz y de amor para transitar, el cariño entrañable de los hermanos que se adelantaron a la presencia del Padre Universal, ese amigo que sabía entendernos y compartía con nosotros tristezas y alegrías. Seres queridos que pasaron por nuestra vida y que seguramente esa noche nos acompañen desde el plano espiritual y que esperan una plegaria elevada al cielo en su nombre.
Nochebuena, símbolo de paz y amor, pero también noche para confirmar lazos afables, para llenarnos de fe en que vendrá un mundo más justo, equitativo y fraterno.
Mañana cuando el estruendo de los cohetes, las bombas, las campanas del reloj y el chin-chin de los brindis avisen que el niño Jesús ya nació, miren al cielo, allí habrá una luz esperando a que todos elevemos una oración y pidamos con toda la fuerza del corazón: “Amor y Paz para México”.