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Exal Baltazar Juan Avila/APyPM |
VERDE.
Un tema con la colaboración de Priscila
Villalobos quien ve desde su muy particular perspectiva la belleza humana con
la vestimenta.
“A lo largo de los siglos, los estándares de
belleza de la raza humana han cambiado, sorprendiéndonos cada cuarto de siglo,
al mostrarnos cómo cambian nuestros conceptos acerca del físico de la “gente
bonita”.
Desde las antiguas civilizaciones prehispánicas
con sus cabezas ovaladas, narices chatas, ojo rasgados o miradas bizcas,
pasando por la belleza renacentista de cuerpo voluptuosos, el afamado perfil
griego y los más modernos ejemplos como Marilyn Monroe, mujer de baja estatura,
además de las exuberantes bellezas de revistas para caballeros y sin olvidar a
la belleza masculina, la figura francesa de delicadas facciones, el estereotipo
asiático (sin ánimos de ofender) propenso a sufrir confusiones de género, el
robusto guerrero, ícono durante siglos y llegamos al hoy, el clásico güero de
ojos azules, alto y de abdomen marcado. Claro, hay de gustos a gustos y
circunstancias, al tratarse de elegir una pareja, es más común buscar otras cualidades más allá del atractivo
físico, en mi opinión, en esta era moderna, recurrir a la belleza es por
cuestiones de mercadotecnia.
AMARILLO.
Casi por selección natural, el conseguir un
empleo, ascenso, préstamo o entablar nuevas amistades, se ve afectado por
nuestro aspecto físico y “buena presentación”. Si bien la belleza es relativa
aunque se basa en ciertos arquetipos, la buena presentación va más allá al ser
modelo propuesto por la sociedad, por ende, si pretendemos encajar debemos
tener buena presentación.
Por desgracia, vivimos en una sociedad que
parece estar en retroceso, y mucha gente vive en el pasado, cosa común en las
ciudades pequeñas o pueblos en desarrollo, debido a la falta de información,
ignorancia y temor a lo desconocido, una afección natural en los seres
racionales y no racionales pues se trata de un mecanismo de defensa, algo
retrógrada al tratarse de los seres humanos.
Harumi Yamasaki, cosplayer y maestra chiapaneca
nos dice: “he visto discriminación hacia personas que tienen tatuajes o portan
vestimentas diferentes a las comunes... creo que eso no tiene nada que ver con
el desempeño de cada quien.” A lo cual Michelle Villalobos, estudiante de
psicología, nos da su humilde opinión con estas palabras: “la sociedad en la
que vivimos tacha de "malandracos" a aquellos que se tatúan o
perforan por "manchar" su pulcra piel como según dice la
biblia(excusas), pero para mí tu conocimiento no se ve influido por un tatuaje
o una perforación, en lo personal me atraen las personas perforadas o tatuadas
porque exteriorizan una parte de su alma, un tatuaje no es cualquier cosa, es
un manera de expresarse”. Yesil Esquivel, gothic lolita, madre y empleada
mazatleca comenta: “ser gótico pues no siempre es fácil, [...] en el
supermercado los de seguridad me siguen creyendo que robaré, me ven cargando a
mi bebe y se súper asombran, los vecinos dicen que soy bruja y pues no faltan
los trolls de internet que digan que soy horrenda” y su esposo responde: “En lo
personal yo no he tenido problemas de discriminación, soy tatuado y visto de
negro […] pero a mi esposa Yesil le han llamado fea y la discriminan todo el
tiempo y siento que la única diferencia entre ella y yo es que ella es morena y
mujer. Es muy doloroso para mí porque yo la veo hermosa y no entiendo porque
hay gente que le llame de otra forma”. Éstas son algunas de las opiniones de
personas con amplias percepciones, gustos distintos.
ROJO.
Por otro lado están las características
físicas, No es que cuidar el físico esté mal, al contrario, refleja amor
propio, tratándose de lavar nuestro cabello, mantener limpias y arregladas
nuestras uñas, cuidar la dentadura, hacer ejercicio para tener buena salud y
obtener como extra un cuerpo envidiable. Cuando observamos esta clase de cosas,
vemos personas sanas. Sin embargo, gozar de ello no siempre es sinónimo de
beldad, al menos no de acuerdo a la moda actual, pues seamos sinceros, esto
también es moda, recordemos como en épocas del romanticismo (siglo XVIII) la
moda era ser exageradamente delgado y de tez blanquecina, cerca del nivel
cadáver, para lo cual recurrían a los tormentosos y asesinos corsetts y alguno
brebajes y sustancias para palidecer la piel, lo cual a la larga, incitaba
graves consecuencias a la salud. Hoy en día los corsetts fueron sustituidos por
fajas y dos trastornos: anorexia y bulimia; lo cual en mi opinión es uno de los
peores males del siglo al ser las enfermedades derivadas de ello una causa de
muerte común y quienes logran superarlo sufren lamentables deterioros en su
sistema digestivo, es triste ver como por culpa de nuestros ideales sociales
auto impuestos, personas de múltiples edades y clases sociales afectan su
propia vida e intereses por algo tan
vano y etéreo como la hermosura.
Los complejos y el constante deseo de las
mujeres (y algunos hombres) por alcanzar
ese ideal de belleza actual se ha acrecentado tanto en los últimos años que ha
representado un boom para la cosmetología y la nutriología así como para
algunas farmacéuticas cuyos laboratorios investigan y desarrollan numerosos
productos en distintas presentaciones con el fin de auxiliarnos en la ardua
labor de bajar de peso y reducir medidas, o bien, para blanquear los dientes
así como la creación de productos para el “cuidado” de la piel y el cutis cuya
función es aclarar la piel, disminuir el vello facial, poniendo en riesgo
nuestra salud pues muchos de los productos cuya finalidad es otorga un color
claro a la piel, dientes, axilas o incluso a los alimentos, contiene una
sustancia llamada bióxido de titanio, la cual provoca un deterioro terrible a
la salud al ser un potente catalizador del cáncer en sus diversas formas.
Por
si esto no fuera suficiente, esos rasgos considerados atractivos en las
personas, son resultado de problemas de salud, dificultades del cuerpo para
producir ciertas sustancias o bien, defectos de la genética como es el caso de
los hoyuelos en el cuerpo (mejillas y espalda por lo común) pues se trata de un par de tendones
incapaces de acoplare por completo, lo cual los hace débiles y deja esos
tiernos agujeros. Ante esto también encontramos otros atrayentes peligrosos, el
arquetipo más aclamado: una tez clara. Sí, como lo lee, una piel clara también es
signo de mala salud, no solo por la anemia, la cual afecta a los glóbulos rojos
y desciende el color de nuestra piel por
la falta de hierro; también se trata de las personas claras por genética, cuya
escasez de melanina los hace propensos a sufrir cáncer además de provocarles
constantes molestias en los días soleados. Es triste decirlo, pero nuestros
estereotipos de belleza y buena presentación son un peligro para nosotros
mismos, pues tienen como resultado la discriminación y conllevan problemas psicológicos
y de salud.”
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