Por: Jorge
Escobedo
Homenaje a una
Ceiba que se negaba a morir
No todos los
árboles mueren de pie... algunos sobreviven apoyados de la mano piadosa de los hombres… Algunos.
Tal vez para
muchos ésta sea una "nota de aburrida". Para otros, un ejemplo más
del viejo romanticismo reprimido. Para mí que la escribo para usted que me hace
el favor de leer, creo, es un "despertador" de conciencias. Porque
amo a los árboles... Porque creo estar frente a un motivo más de supervivencia
otorgado por la Mano Poderpsa de Dios y la madre naturaleza... Y porque, en
definitiva, simplemente me llamó la atención lo que un día vimos y nunca más la
volveremos a ver. La ceiba que se negaba a morir. ¿Usted no la vio? Le
cuento...
Se trataba de
una ceiba -confieso no saber cómo establecer su edad, a pesar de conocer
respecto a los anillos, etc.- que podía observarse erguida entre los rieles de
acero de las vías de ferrocarril y más aún, en medio de dos furgones
abandonados en la zona céntrica de la ciudad de Huixtla, por si usted la
desconoce, me refiero, La Ceiba que se encontraba en una posición un tanto
particular. Habia nacido sola, nadie la
planto en una ubicación absolutamente incómoda. Pero a pesar de ello
sobrevivía, feliz y erguida aprisionada, literalmente, por los dos furgones.
Por lo poco
que conozco de tierra fértil luego de mis setenta y tantos, tres para ser exacto, viviendo en
esta hermosa ciudad que me vio nacer, el lugar donde nació esta Ceiba no es un
lugar exento de ello. Para quien no lo sepa, nuestra ciudad posee, en principio,
Huixtla proviene del náhuatl y significa "lugar espinoso" o
"lugar del espinal". y lo de “Huixtla es un vergel”, para el caso de
la ceiba que se negaba a morir, solo la escucharemos en la canción del maestro
Emigdio de Aquino y Gilberto Amores Salinas, donde la canción describe a
Huixtla como un lugar rodeado de rincones bellos y fragancias mil. Esto último
como dato complementario.
Bueno... no
quiero desviarme del camino con recuerdos y referencias... Simplemente, me
vienen a la memoria infinidad de datos que conforman mi existencia por más de 7
décadas en esta hermosa y hospitalaria ciudad de Huixtla.
El paseo
obligado...
Viviendo en mi
amada Huixtla, desde chico, ¿cómo no voy a disfrutar del paseo por los
alrededores? Confieso no querer adentrarme en la zona alta del municipio, los
ejidos Morelos, Santa Rita Coronado. Maravillas, 15 de Enero y Estrella Roja.
Más bien me gustaba tomar las veredas y dirigirme hacia La Piedra de Huixtla
caminando por la vereda que enfrenta al al Ejido Aquiles Serdan. Es una
caminata que no por repetitiva dejaba de ser sumamente atractiva para mí. La
hice desde chico de la mano de mi padre y luego me encantaba ser quien llevaba
de la mano a mis hijos. Era, casi diría, una tradición de familia.
Recuerdo el
camino rodeado por la tupida vegetación, arboles de diferentes especies. Mi
paseo, normalmente matinal, comenzaba por la vereda superior. Al arribar a
Aquiles Serdán, tomaba la vereda que baja hacia la parte inferior y comenzaba
el regreso con rumbo norte. En la larga bajada que produce el terreno desde la
intersección de los ejidos Morelos y
Coronado ya se podía observar claramente a "mi" espectacular piedra
de Huixtla. Inclinada hacia la vereda, apoya su pesado peñasco como queriendo
evitar caerse hacia la ciudad.
Como un loco
de las cosas vivas que soy, cada vez que paso la saludo mentalmente, como
queriendo decirle "vamos todavía... sigues insistiendo en no caerte y
sigue siendo la estandarte y guardiana
de mi amada Huixtla".
En fin...
manías que uno tiene con el paso de los años... Y son unos cuantos que llevo ya
no pasando por ahí.
Destacar esto
que escribo para que lo lean algún día completo amable y dilecto lector me
pareció prudente...
Y sí... en uno
de los tantos e incansables paseos, mi estancia por estos lares, decidí
escribir sobre ellas. La Ceiba y La Piedra de Huixtla, porque de tanta
melancolía de no ver la Ceiba y poder apreciar solamente La Piedra, además del
afecto natural, me pareció que en contraste, esta última se erigia como un
ejemplo de vida.
Sin embargo,
veo triste y lastimosamente que La Piedra poco a poco se está quedando sola.
Los pocos árboles de la zona se están diezmados tal vez por la discriminada
tala de árboles o bien por el simple paso del tiempo. Lo empinado de la loma
hace difícil contar con un terreno cuya
sustentación asegure la verticalidad perfecta, así que esta
"amiga" -y confieso desconocer si ha de ser por su propio peso o por
otro motivo- he notado que también poco a poco se está inclinándose hasta tocar
un paredón de piedra, quedando literalmente apoyada en él. Por favor discúlpeme
amigo lector si estoy equivocado o mi percepción no coincide con la de usted,
pero noto que el punto de contacto, como que está aferrándose en busca de un
sostén.
En su cimiente
se observa el paso de violentos temporales. Mitch, Stan y Bárbara, fenómenos
que provocaron daños sin precedentes en la Costa, Sierra y Soconusco que pasó
arrasando con todo hace más de 20 años y que, seguramente, es lo que en mi
percepción veo que esa es la razón por la que se está inclinando. Pero aun así,
La Piedra sigue siendo espectacular para orgullo de los huixtlecos.
Se lo nota
"gastada" por el tiempo. Su sombra es el único refugio para quienes
caminamos por el lugar. El sol de la mañana, como el de la tarde, ataca feroz a
quienes amamos la caminata... y vaya que son muchos los que diariamente se
saludan en un gesto de amigos, simplemente por ser repetitivos en nuestro
culto. Hay quienes circulan en bici. Otros, caminan raudos. Hay grupos de
adultos mayores, jóvenes y niños promocionados por centros educativos y por el
gobierno municipal que aprovechan para disfrutar de los paisajes naturales,
como también para los enamorados quienes aprovechan la bajada para tomarse de
la mano todo el trayecto. Alguien diría que "hay para todos los
gustos".
Tal vez usted que me lee lo que escribo sea uno de
ellos, y ahora caiga en la cuenta de la querida Ceiba, que se negaba a morir o
bien de nuestra emblemática Piedra de Huixtlal... Tal vez... Ojalá...
Mi humilde
homenaje...
Hace pocos
días, el Pastor de la Iglesia Presbiteriana Renovada Remanente de Cristo,
Víctor Díaz Arriaga, su esposa la Pastora Nery, su amada esposa, invito mi esposa, a la hermana Chayito y a mí para que los acompañáramos a visitar a
sus suegros, que viven en el Ejido Monte Cristo, un poblado también muy cercano
a la Piedra de Huixtla, fue ahí donde se me ocurrió que era tiempo de dedicarle
unas letras a La Ceiba que se negaba a morir y a la emblemática Piedra de
Huixtla.
Ya en otra
ocasión, si Dios me lo permite, abordare otro tema relacionado con una
entrevista que le hice a un señor amigo entrañable de mi amado padre, Don Laco,
un humilde “un carretonero” de los pocos que aún tenemos con vida, pero que en
su tiempo hicieron historia, porque con su sencillo ejemplo de vida alimentó mi
imaginación con metáforas de la vida y nunca me puse realmente a
desarrollarlas. No sé... Tal vez llevado por la vorágine diaria, uno pone
atención a cosas superfluas o supuestamente menos irrelevantes, cuando
realmente se tiene a mano maravillosos ejemplos como otro caso singular, el
padre de la Pastora Nery, líder campesinos que lucho por las tierras del Ejido
Monte Cristo, lo que me puso a dibujar la idea que bullía en mi mente y que
algún dia, espero en Dios escribirla para usted dilecto lector...
Hoy día,
enfrentados a una de las crisis morales más espantosa de nuestra historia, los
huixtlecos nos debatimos entre el estar bien y el ser mejores. Donde todo vale
con lograr cualquier cosa y la solidaridad es moneda de pocos. Más bien, el que
no jode al otro es un tarado (por ser fino en mi terminología).
El peso de las
obligaciones encorvó nuestras espaldas al país y nos puso también al borde del
abismo. En tren de poner un poco de humor a tanta tragedia, siempre parafraseo
un discurso del viejo Andrés Manuel López Obrador: - "Yo soy optimista en
todo, estoy seguro que vamos a superar esta situación..."
No puedo
evitar la quizá para muchos "grosera" comparación con mi amada
Huixtla y mi querida Ceiba que se negaba a morir.
Y me senté en
un paredón a dejarme llevar por esta imaginación que tantos deleites y
problemas me ha causado, gracias a Dios.
Me encontré
viendo una piedra literalmente apoyada en una firme pared de aquellos que
queremos desde lo profundo de nuestras almas que no caiga. Que no se deslice
por la pendiente de la autodestrucción y que no pierda sus raíces históricas
como ejemplo de conducta y de vida. Que a
pesar de lo mutilada por el tiempo y la desidia, que la frescura de su
ubicación no deje de cobijar y dar la sombra reparadora a los huixtlecos que
aún confían en el futuro y se quedan "a pelearla" aquí, en nuestra
amada Huixtla.
Confieso que
quedé atónito... y, por qué no decirlo,
emocionado...
La Ceiba que
se negaba a morir y que nadie la defendió a sabiendas que a través del tiempo
cobijaría vida. El pájaro confía en algún torcido refugio, aferrando su hogar a
la sombra de las rocas. Me pareció un ejemplo tan hermoso, que por unos minutos
-no sé cuántos- no pude escribir nada en mi libretita. Sentí que mi
"amiga" La Ceiba me decía. -"Confía... a pesar de lo torcida que
parezca, no me muero... estoy apoyada y decidida a seguir de pie, mientras Dios
me preste vida..."
En fin... me
quedé pensando y mascullando ideas con la vista perdida en ese horizonte azul marino que se mostraba
tan lejano pegadita a la Piedra de Huixtla, pero a la vez
posible de ser alcanzado, alguna vez toque su corteza y sentí el rigor
del tiempo en su dureza, pero también un fino cosquilleo que no me atrevo a
definir desde lo racional. Más bien prefiero creer que se trata de mi
circulación sanguínea a veces causante de adormecimiento en mis brazos. No
sé... ese cosquilleo fue mágico... y a la vez, hermoso y emotivo porque me
sentí bendecido por Dios.
Y si quiero
"delirar", me atrevo a escribir que mi amiga La Ceiba me quiso dar
una muestra de su amor a través de su alma o su belleza, como quiera que sea.
Tal vez fue un "gracias" por
tomarla en cuenta... Lo más seguro que haya sido mi fértil imaginación sensitiva
jugándome otra de sus sutiles bromas.
¿Importa
realmente?
Es bueno parar
un poco en esta carrera hacia cualquier parte, y reflexionar.
A veces
excusas como ésta de reconocer en un joven árbol el sinónimo espiritual con una
situación en crisis nos ponen en el verdadero camino, ese que no debemos abandonar
nunca: el de creer en Dios de que siempre hay una oportunidad para nuestra
salvación.
Feliz y
emocionado me despedí de mi corpulenta joven amiga La Ceiba, ante la mirada
burlona de algunos transeúntes, que de seguro me tiraban de loco, pero no me
avergoncé en besarla y me fui caminando lentamente hacia mi casa, mejor dicho a
la casa de mi hijo Jenner.
Pero cuando ya
empezaba a caminar, me detuve otro instante a mirarla. Ahí seguía, sola en la
inmensidad de la árida tierra de entre dos vías férreas y pegadita a dos
furgones abandonados como queriendo saltarse y pasarse a afuera de lo que para
ella era “una jaula”, lugar donde encontraría la horizontalidad necesaria para
su sustento. Como árbol y en esa dimensión, sé que no lo conseguiría. Pero creo
en la vida superior y me atrevo a creer también que en su pensamiento mayor,
esa "pochota" ejemplo de vida realmente estaba deseando permanecer
con vida, pensando que tal vez , después de todo, sus TIEMPOS serian otros...
Sí... Tiene
razón... Ya me pase "de lanza",
como dirían los jóvenes de hoy en día...
Pero dibujar
en el aire siempre fue mi debilidad...
Si en algún
momento pasa por el lugar (Av. Juárez entre lo que una vez fueron las vías del
ferrocarril, donde un día paso el tren local, mixto o centroamericano) por
supuesto que esa Ceiba ya nunca más podrá verla. Si puede, deténgase unos
instantes y observe el lugar. Estoy seguro que lo conmoverá si se atreve a
recordar "un poquito lo que pudo ser y no fue", ahí nació,
creció UNA CEIBA QUE SE NEGABA A MORIR,
pero que conste, no es... Nada personal.