Por: Jorge Escobedo |
Nada Personal
Por eso y mucho más al candidato de
Morena lo detestan las mayorías
BAJA CALIFORNIA
Redacción/Quihubole!!!
TIJUANA, a 14 de mayo de 2019.- No
puedo, ni debo, ni quiero, ocultar que mucha gente detesta a Jaime Bonilla; y
que jamás, aun en un estado de profunda demencia, de licenciosa estupidez o de
fecunda imbecilidad, el sería la única opción para la gubernatura del estado de
Baja California que la mayoría lo elegiría. Precisamente porque es el candidato
a Gobernador más detestable del actual proceso electoral; y lo fue en el
proceso electoral anterior.
Lo detestan porque pretende convertir la
pobreza de la mayoría de los bajacalifornianos en un instrumento para adquirir
votos y satisfacer una peligrosa ambición de ejercicio del poder presidencial
de nuestro país.
Lo detestan porque de acuerdo con las
respuestas de los otros candidatos que han participado en los debates Jaime
Bonilla pretende convertir el auxilio material destinado a los pobres, en un
impune soborno para obtener votos.
A Jaime Bonilla lo detestan los
candidatos porque pretende utilizar los recursos del Estado para una finalidad
política que adopta el simulacro de beneficiar a los pobres.
La detestan porque esa
instrumentalización electoral de la pobreza, esa peligrosa ambición, ese impune
soborno y ese simulacro filantrópico corrompen moralmente a los pobres,
principalmente porque crea en ellos una maléfica propensión al parasitismo
económico, adversa al esfuerzo por desarrollar la propia potencia creadora y
emprendedora para mejorar el estado de vida.
Por supuesto, hay otros políticos que
también son detestables por los mismos motivos que lo es Jaime Bonilla; porque
en tales motivos han adquirido un terrorífico esplendor que le confiere la
calidad de ser infinitamente detestables.
Y es que su relevante popularidad
electoral, producto de su extraordinaria persistencia, de su admirable
tenacidad e infatigable capacidad organizacional y dirigencial, amenaza con
transformar la sociedad baja californiana en la sociedad del cenagoso
populismo, de la pantanosa demagogia, del parasitismo económico, del
relajamiento de las fuerzas creadoras y productivas del bajacaliforniano pobre.
En lo personal quisiera que Jaime
Bonilla finalmente pudiera competir en el proceso electoral en condiciones
iguales, es decir, quisiera que no tuviera impedimento legal. Estaría más
satisfecho de que los electores repudiaran su candidatura, y no que la ley la
impidiera; pues éticamente no creo que sea correcto ansiar que el político que
uno más detesta, legalmente no pueda competir por la gubernatura más aún si
investiga a los dos magistrados que están dejándose presionar ya sea por
dinero, presiones políticas.
Y obviamente también, éticamente
disfrutaría más de su derrota electoral y no de un impedimento de su
candidatura. Y disfrutaría de esa derrota por aquello que yo creo que es por el
bien de los bajacalifornianos, el cual, si está mal, por lo menos no debe estar
peor, y lo estaría si Jaime Bonilla fuera Gobernador del Estado.
Debo advertir que detesto a Jaime
Bonilla por los motivos que ya expuestos; pero no por su fenotipo, es decir,
por la manifestación del genotipo. Creo que nadie debe ser detestado por tener
una apariencia física genéticamente determinada.
Tampoco lo detesto por su conducta
pública, la cual, aunque sea repulsivo, y sea una causa de que más del 50% de
los electores no votarían por él, lo que por supuesto eso ya es exclusivamente
responsabilidad de él mismo.
La mayoría de mis colegas lo detestan
también porque demanda e insulta a periodistas que denuncian presuntos delitos
que él ha cometido, o lo atacan, o lo critican, o lo insultan. Él podría
demandar a todos los periodistas de Baja California por no consumirse en
elogios para él, o por no declarar que él es la más sublime encarnación de la
honestidad, la pureza moral, el ideal de legalidad y el apostolado
filantrópico. La cuestión es que los jueces acepten o no acepten la demanda que
proponga.
Post scriptum. Mi afirmación de que,
para mí, Jaime Bonilla es el más detestable de los candidatos presidenciales
del actual proceso electoral. Aclaro, no pretendo ser despectivo. Pretendo
reconocer en él un mérito descomunal: no cualquier candidato a gobernador puede
ser el más detestable en el actual proceso electoral. Pero que conste, no es…
Nada Personal.