martes, 14 de mayo de 2019

La desmedida obsesión de Bonilla por llegar a la gubernatura

Por: Jorge Escobedo
Nada Personal
Por eso y mucho más al candidato de Morena lo detestan las mayorías
BAJA CALIFORNIA
Redacción/Quihubole!!!
TIJUANA, a 14 de mayo de 2019.- No puedo, ni debo, ni quiero, ocultar que mucha gente detesta a Jaime Bonilla; y que jamás, aun en un estado de profunda demencia, de licenciosa estupidez o de fecunda imbecilidad, el sería la única opción para la gubernatura del estado de Baja California que la mayoría lo elegiría. Precisamente porque es el candidato a Gobernador más detestable del actual proceso electoral; y lo fue en el proceso electoral anterior.

Lo detestan porque pretende convertir la pobreza de la mayoría de los bajacalifornianos en un instrumento para adquirir votos y satisfacer una peligrosa ambición de ejercicio del poder presidencial de nuestro país.

Lo detestan porque de acuerdo con las respuestas de los otros candidatos que han participado en los debates Jaime Bonilla pretende convertir el auxilio material destinado a los pobres, en un impune soborno para obtener votos.

A Jaime Bonilla lo detestan los candidatos porque pretende utilizar los recursos del Estado para una finalidad política que adopta el simulacro de beneficiar a los pobres.

La detestan porque esa instrumentalización electoral de la pobreza, esa peligrosa ambición, ese impune soborno y ese simulacro filantrópico corrompen moralmente a los pobres, principalmente porque crea en ellos una maléfica propensión al parasitismo económico, adversa al esfuerzo por desarrollar la propia potencia creadora y emprendedora para mejorar el estado de vida.

Por supuesto, hay otros políticos que también son detestables por los mismos motivos que lo es Jaime Bonilla; porque en tales motivos han adquirido un terrorífico esplendor que le confiere la calidad de ser infinitamente detestables.

Y es que su relevante popularidad electoral, producto de su extraordinaria persistencia, de su admirable tenacidad e infatigable capacidad organizacional y dirigencial, amenaza con transformar la sociedad baja californiana en la sociedad del cenagoso populismo, de la pantanosa demagogia, del parasitismo económico, del relajamiento de las fuerzas creadoras y productivas del bajacaliforniano pobre.

En lo personal quisiera que Jaime Bonilla finalmente pudiera competir en el proceso electoral en condiciones iguales, es decir, quisiera que no tuviera impedimento legal. Estaría más satisfecho de que los electores repudiaran su candidatura, y no que la ley la impidiera; pues éticamente no creo que sea correcto ansiar que el político que uno más detesta, legalmente no pueda competir por la gubernatura más aún si investiga a los dos magistrados que están dejándose presionar ya sea por dinero, presiones políticas.

Y obviamente también, éticamente disfrutaría más de su derrota electoral y no de un impedimento de su candidatura. Y disfrutaría de esa derrota por aquello que yo creo que es por el bien de los bajacalifornianos, el cual, si está mal, por lo menos no debe estar peor, y lo estaría si Jaime Bonilla fuera Gobernador del Estado.

Debo advertir que detesto a Jaime Bonilla por los motivos que ya expuestos; pero no por su fenotipo, es decir, por la manifestación del genotipo. Creo que nadie debe ser detestado por tener una apariencia física genéticamente determinada.

Tampoco lo detesto por su conducta pública, la cual, aunque sea repulsivo, y sea una causa de que más del 50% de los electores no votarían por él, lo que por supuesto eso ya es exclusivamente responsabilidad de él mismo.

La mayoría de mis colegas lo detestan también porque demanda e insulta a periodistas que denuncian presuntos delitos que él ha cometido, o lo atacan, o lo critican, o lo insultan. Él podría demandar a todos los periodistas de Baja California por no consumirse en elogios para él, o por no declarar que él es la más sublime encarnación de la honestidad, la pureza moral, el ideal de legalidad y el apostolado filantrópico. La cuestión es que los jueces acepten o no acepten la demanda que proponga.

Post scriptum. Mi afirmación de que, para mí, Jaime Bonilla es el más detestable de los candidatos presidenciales del actual proceso electoral. Aclaro, no pretendo ser despectivo. Pretendo reconocer en él un mérito descomunal: no cualquier candidato a gobernador puede ser el más detestable en el actual proceso electoral. Pero que conste, no es… Nada Personal.

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