Tijuana, Baja California. - El mundo artístico ya no niega que la pandemia está provocando una
transición comercial del arte hacia las redes sociales. Hay todo un debate
sobre qué tipo de arte surgirá después de esta crisis. Pero mientras la
comunidad global de artistas está buscando fórmulas que permitan seguir
haciendo llegar las obras de arte al público en todas las disciplinas y que
esto continúe suponiendo una fuente de ingresos y forma de vida para los
artistas, los artistas callejeros no pueden renunciar a salir a la calle.
Todos hemos visto en los cruceros y en los parques a retratistas,
caricaturistas, artesanos, malabaristas, cantantes, acróbatas, estatuas
vivientes, músicos y actores de teatro; tragafuegos, padres, madres e hijos
vestidos de payasos esforzándose en sacarnos una sonrisa y ganarse así una
moneda. Con el coronavirus miles son los artistas de la calle que se han
quedado sin ingresos y se disputan los pocos vehículos y transeúntes. Sin
importar que las calles estén poco transitadas, la mayoría sale en busca de la
vida, en parques, plazas, restaurantes, metro, metrobús, con la esperanza de
tocar los corazones de los espectadores.
Aunque el arte callejero no es estrictamente una expresión de la
marginación (hay gente con cierta formación, y que lo hacen como una actividad
considerada artística), en México sí es reflejo de la crisis económica y
social, ya que la mayoría, al no encontrar empleos suficientes, bien
remunerados y dignos, se ven en la necesidad de recurrir de manera informal a
este tipo trabajos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi), creció en México 4.1 puntos porcentuales en mayo respecto a abril para
alcanzar al 51.8% de la población económicamente activa, en medio de la crisis
que estamos viviendo. La gran mayoría desempeñan su actividad por una necesidad
de sobrevivencia más que por una auténtica expresión estética o innata, porque
la gente de algo tiene que vivir.
Ante esta situación ¿cuál ha sido la respuesta del gobierno?
Después de que 150 artistas de la Ciudad de México, y sus familias, entre ellos
decenas de payasos y botargas como Mario Bros o el vaquero Woody, se
manifestaron en el Día del Niño, en busca de un auxilio económico para salvar
un poco situación, el gobierno se vio obligado a apoyarlos con algunas
despensas. Eso es bueno pero absolutamente insuficiente.
En otras ciudades “La crisis del Covid está acabando con muchas
familias, trabajos, y a nosotros los payasos, como a muchas otras personas, nos
está afectando directamente”, asegura el payaso 'Chipote'. Y aunque está
consciente que el confinamiento es importante para frenar el avance de la
enfermedad, lo cierto es que millones de artistas callejeros se la están viendo
muy difícil y por eso salen a ganarse el pan de cada día, con los peligros que
esto implica, porque lamentablemente no sólo de aplausos se vive.
El esfuerzo de señoras o niños sin la menor habilidad de lo que
intentan hacer, es sólo el comienzo de lo que ellos consideran la única salida
para no morirse de hambre; indígenas tratando de no dejar caer las pelotas de
sus manos, los niños que giran y juegan con todo el optimismo para parecer
grandes acróbatas, etc. Sin duda se valoran los gestos como los del actor Jesús
Ochoa, quien se solidarizó con unos jóvenes bailarines en un semáforo, pero eso
no sacará de la pobreza a miles y miles de mexicanos que se arriesgan todos los
días.
Es por eso que el gobierno debe plantear una solución real donde incluya a los miles de trabajadores informales. Lo que nosotros veíamos todos los días sin pandemia se ha agravado con la crisis y, por lo tanto, el sufrimiento humano. Sin embargo, la melodía sigue sonando y aunque las sonrisas han tomado un matiz sombrío, los artistas callejeros se aferran a la vida con un futuro incierto.