Gabinete derramó la bilis a
Peña Nieto
Mucho tiene de culpa titular del Ejecutivo por no mandar a freír
espárragos a algunos de los muchos que ya deberían estar en casita
por Francisco Bustillos el 27 de junio de 2015
Mi abuela Clemen, que era una mujer sabia, habría dicho que sus colaboradores,
o al menos la mayoría, excepto los 3 o 4 que siempre están a la vista,
derramaron la bilis al Presidente y que por eso le extirparon la vesícula
biliar.
Ella, que sabía mucho de política, debió decir que Enrique Peña Nieto
tiene mucho de culpa por no mandar a freír espárragos a algunos de los muchos
que, conforme a la opinión pública y publicada, ya deberían estar en casita. No
le sirven de nada; de hecho, parece que ni siquiera existen.
También era mal hablada: Deben tenerlo hasta la madre y ya no aguantó.
Pero el doctor Javier Castellanos, que también sabe mucho de política,
no en balde fue subsecretario de Salud y subdirector médico del ISSSTE, y que
compartiría la opinión de la abuela sobre la mayoría del gabinete, pero que,
además, 17 años atrás me extirpó la vesícula, dice que los colaboradores nada
tienen que ver con la intervención quirúrgica que el mandatario sufrió el
viernes; en el 99.5 por ciento de los casos se trata de acumulación de piedra o
lodo, y en el 0.5 de pólipos benignos.
En el primero de los casos se requiere extirpar porque hace tiempo que
la vesícula dejó de funcionar y puede derivar en pancreatitis; en el segundo,
los pólipos pueden convertirse en malignos.
No cree, como diría doña Clemen, que hizo un coraje (el día anterior
tuvo reunión de gabinete) y que por eso se le derramó la bilis.
Pero así son los viejos y los científicos.
Lo cierto es que el Presidente recibirá este lunes a sus altezas reales
de España, Felipe y Letizia, y reiniciará el trabajo desde la oficina; en
realidad, la información oficial asegura que no ha dejado de hacerlo.
Hace algunos años, cuando estábamos en Ovaciones, revelamos que Vicente
Fox ingresaría al quirófano por un problema en la columna vertebral. “La
Segunda”, que era la edición vespertina de la editorial, publicó la exclusiva
después de recibir senda negativa en la oficina de Marta Sahagún y ominoso
silencio en la oficina de prensa presidencial.
Dos horas después de que “La Segunda” reveló los malestares de Vicente,
Joaquín López-Dóriga confirmó que al día siguiente sería intervenido en el
Hospital Militar. Ovaciones lo había descubierto en un hospital privado al sur
de la Ciudad de México.
En aquella ocasión tampoco paró el gobierno; Marta Sahagún explicaría
que ella tomó las riendas con el auxilio del jefe de la Oficina de la
Presidencia, Ramón Muñoz, cuyos chochos no ayudaban a los problemas de columna
del Presidente.
Luego sería fabricada la leyenda urbana de que, en realidad, Fox se
escondió en el hospital militar para no contestar el teléfono a George W. Bush
y no involucrar a México en la Guerra del Golfo. Mentira, el mandatario estaba
paralizado de dolor.
No es el caso de Peña Nieto, pero podría ser el de algunos de sus
colaboradores, a todas luces inexistentes, sin brillo propio, anodinos, a tal
grado que dan la impresión de que ninguno le servirá al Presidente para la
remuda en el PRI o para disponer de una baraja más amplia en el 2018.
Pareciera que después del cansancio en la PGR, a Jesús Murillo Karam le
pagan unas largas vacaciones en Sedatu. Que luego de haber conseguido, para el
PRD y el PAN, el adéndum en materia de Reforma Política, Rosario Robles le hizo
caso de más al consejo presidencial de aguantar.
Alguien dice por ahí que Enrique Martínez y Martínez, que en alguna
Secretaría debe estar, es la solución de Peña Nieto para el PRI. Aceptemos sin
conceder, pero cuando tuvo oportunidad, siendo gobernador de Coahuila, no pudo
emparejar el marcador ni siquiera con Enrique Jackson en el Tucom.
Y así por el estilo.
Le creo al doctor Castellanos porque de medicina lo sabe todo, y si
algo ignora lo pregunta a sus amigos, todos ellos grandes médicos, pero en esta
ocasión pido perdón al viejo amigo, al que la familia debe tanto, pues creo que
ni él tendría manera de refutar a Doña Clemen: El gabinete hizo pegar un
coraje, o una serie de corajes, al Presidente y le derramó la bilis.
Y él sigue haciendo honor a la conseja de que es gobernante apoyador,
no dado a cambios de colaboradores, como ocurrió en el Estado de México.
La cuestión es que ya no tiene otra vesícula para seguir derramando la
bilis, como seguramente ocurrirá si continúa con los mismos.