Por: Ignacio Acosta Montes/Dirigente del Movimiento Antorchista en
Baja California
Tijuana, Baja California.- “Cuando el presidente dice que ya pasó
lo peor, agárrate porque apenas viene lo más difícil”, así acostumbraba repetir
mi maestro de Sociología en el bachillerato, allá por 1978. Pero nunca habíamos
sufrido en el país una crisis tan grave, tan amplia, tan prolongada y tan
generalizada como la actual. Trataré de explicarme.
Vivimos en el México más inseguro y violento de la historia. Si
Morena acusaba al gobierno de Felipe Calderón por haber “bañado a México de
sangre”, el gobierno de Morena en solo año y medio duplicó la tasa de
asesinatos del sexenio calderonista. De acuerdo con el Sistema Nacional de
Seguridad Pública, el gobierno actual promedia 100 muertes violentas cada 24
horas. Al igual que en la pandemia, se sospecha que hay subregistro pero aun
así, en lo que lleva Morena en el poder ya suman alrededor de 60 mil asesinatos
violentos.
Sufrimos la peor crisis del sistema de salud nacional. Desde al
año pasado agravaron o murieron enfermos de cáncer y de otras enfermedades ante
el desabasto de medicinas, la desaparición del Seguro Popular y la
desorganización y la corrupción en instituciones como el IMSS, que han sido
documentadas y denunciadas por diversos periodistas y académicos. Por esa
crisis del sistema de salud, México, con más de 60 mil muertos ocupa el tercer
lugar a nivel mundial en fallecimientos por Covid.
La educación de niños y jóvenes también ha empeorado. Ya
ocupábamos los últimos lugares en la prueba PISA, que evalúa el nivel académico
entre estudiantes de más de 70 países, pero la pandemia puso a prueba el
interés y la capacidad del gobierno en funciones para la mejora educativa: y el
gobierno de Morena reprobó. Lo único que se le ocurrió al secretario Moctezuma,
hasta hace poco presidente de Fundación Azteca, fue reforzar la influencia de
las televisoras, entre ellas la que lo prohijó para llevarlo al gabinete
morenista, y asignar a la niñez el papel de… televidentes.
En la economía el desastre se extiende por todos lados, no hay
aspecto en el cual no se haga sentir el fracaso de la política económica del
régimen morenista: 1). La economía retrocedió más de ocho años: la producción
de junio 2020 apenas igualó a la de enero de 2012. 2). El desempleo aumenta, en
lo que va del año se han perdido casi un millón de empleos formales. Falta
contabilizar a los que ya no pueden ganarse el pan en la economía informal. 3).
Según el Coneval, casi 11 millones de mexicanos pobres serán aún más pobres y
caerán en la pobreza extrema. 4). De acuerdo con el mismo organismo, otros diez
millones de mexicanos que no eran pobres, entrarán en esta categoría en el año.
5). La clase media disminuye día con día, de allí saldrán esos diez millones de
pobres más, pues se han disminuido para ella sus ingresos, las oportunidades de
empleo y de movilidad social. 6). Las empresas en general tampoco escapan a
esta crisis. 45% de las empresas han despedido personal y el 50%, según datos
del INEGI, redujeron salarios y prestaciones a los que conservaron su empleo.
Menos del 8% de las empresas recibió algún apoyo del gobierno en los últimos
meses. Desde mayo dijo López Obrador que si quebraban las empresas ese no era
su problema, con lo que mostró su nula solidaridad no sólo con los empresarios
sino también con los millones de mexicanos afectados por esta situación. Y
podría seguir esta enumeración…
La incapacidad de un gobierno engolosinado con la conquista del
poder y más preocupado por conservarlo que por atender y resolver los graves y
múltiples problemas de la Nación, se evidencia en cada secretaría, programa y
funcionario. Por ejemplo, anunciaron que sembrarían 575 millones de árboles en
el programa Sembrando Vida del año pasado y dijeron haber sembrado 80 millones,
menos del 14 por ciento de sus metas. En la escuela tradicional habrían sacado
un 1.4 de calificación: reprobados, igual que el INSABI, igual que López
Gatell, igual que Moctezuma, igual que Madrazo, el secretario de seguridad. Tan
ineficientes son que, después de dos años, la secretaria de energía, Rocío
Nahle, reconoció ante el gobernador de Baja California que no sabía que esta
entidad tenía problemas de energía y que no está conectada a la red nacional de
la CFE.
Obsesionado por sus prejuicios, incapaz de razonar y de enmendar
basándose en la realidad concreta, el gobierno morenista amenaza los recursos
naturales y el medio ambiente: se le recortó el 75% a la Comisión Nacional de
Áreas Protegidas, encargada de
administrar los sitios ecológicos más importantes del país como el Cañón del
Sumidero, el Nevado de Toluca, la Selva Lacandona y las Cumbres de Monterrey;
otro ejemplo es que la CFE de Bartlett, privilegia el uso de combustibles
fósiles para la generación de electricidad en lugar de alternativas ecológicas
como la eólica o la fotovoltaica, pues los de Morena creen que los generadores
de energía eólica roban el aire a las comunidades o afean el paisaje, como dijo
el presidente López.
Ni la corrupción ha disminuido ni se gobierna pensando en el
bienestar de los pobres. Manuel Bartlett
y sus múltiples propiedades que no se pueden explicar con sus ingresos, pero
que nadie en Morena quiere investigar; el hijo de Bartlett vendiendo
ventiladores inservibles a más de millón y medio cada uno, al que apenas le
aplicaron una minúscula multa, pues es de la familia morena; el ex super delegado
del gobierno federal en Jalisco, Carlos Lomelí, haciendo transas en la venta de
medicinas al propio gobierno; la corrupción en la CONADE, en la que sigue
despachando Ana Guevara a pesar de los escándalos; el director del IMSS
haciendo negocio con el gobierno… Bueno, hasta a la encargada de combatir la
corrupción, Irma Eréndira Sandoval, le descubrieron propiedades y riqueza
inexplicables. Y aún dicen que “hay aves que cruzan el pantano y no se
manchan…” Pero no se manchan porque ya vienen totalmente pringosos.
En el peligro que vislumbran para las elecciones del año entrante
(pues roban, mienten y traicionan, pero no son tontos), los morenistas han
desatado una campaña para descalificar a sus posibles o declarados oponentes.
Entre ellos, destacadamente, al Movimiento Antorchista Nacional, organización
en la que orgullosamente milito. Desde antes de tomar posesión emprendió el
presidente López una campaña de calumnias y descalificación en contra de la que
llamaba la Antorcha Mundial. Tuvimos que presentarnos en sus actos para
defendernos de la calumnia presidencial… y se calmó. Ahora renuevan sus
ataques, lanzando los primeros proyectiles inmundos y excrementicios desde la
Casa Aguayo, en donde reside el peor de los gobernadores que ha tenido Puebla,
Miguel Barbosa.
Los antorchistas no nos engañamos, sabemos que nos ven como un
enemigo serio, porque argumentamos nuestras críticas, tenemos un proyecto
alternativo y superior al del gobierno morenista para el bienestar de los
mexicanos, porque no dependemos ni hemos dependido nunca del dinero del
gobierno o de un padrino poderoso, porque solo obedecemos al superior interés
de construir una Patria más justa, democrática y soberana, con empleo y
salarios dignos, con la seguridad, la calidad de vida, de servicios públicos,
educación y salud que se merecen lo que han hecho de México una de las
economías más grandes del planeta.
Nos calumnian, porque saben que nuestra
principal fortaleza está en el continuo trabajo de organización y de educación
del pueblo encabezado por el Maestro Aquiles Córdova Morán a lo largo de casi
medio siglo, que ha llevado al antorchismo a sumar dos millones de militantes.
Precisamente por esto, ni con amenazas, ni con calumnias, ni con represión, ni
negándonos las obras y programas a los que el pueblo organizado tiene derecho,
nos van a detener ni mucho menos a aniquilar. No nos van a distraer de la tarea
principal del momento: a defender y a fortalecer la organización popular para
la batalla electoral de 2021; del pueblo depende detener esta tragedia
nacional, a la que pomposa e ilusamente han llamado cuarta transformación.