martes, 1 de septiembre de 2020

Salvemos a México de la tragedia nacional, a la que pomposa e ilusamente han llamado cuarta transformación

Por: Ignacio Acosta Montes/Dirigente del Movimiento Antorchista en Baja California

Tijuana, Baja California.- “Cuando el presidente dice que ya pasó lo peor, agárrate porque apenas viene lo más difícil”, así acostumbraba repetir mi maestro de Sociología en el bachillerato, allá por 1978. Pero nunca habíamos sufrido en el país una crisis tan grave, tan amplia, tan prolongada y tan generalizada como la actual. Trataré de explicarme.         

Vivimos en el México más inseguro y violento de la historia. Si Morena acusaba al gobierno de Felipe Calderón por haber “bañado a México de sangre”, el gobierno de Morena en solo año y medio duplicó la tasa de asesinatos del sexenio calderonista. De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, el gobierno actual promedia 100 muertes violentas cada 24 horas. Al igual que en la pandemia, se sospecha que hay subregistro pero aun así, en lo que lleva Morena en el poder ya suman alrededor de 60 mil asesinatos violentos.  

Sufrimos la peor crisis del sistema de salud nacional. Desde al año pasado agravaron o murieron enfermos de cáncer y de otras enfermedades ante el desabasto de medicinas, la desaparición del Seguro Popular y la desorganización y la corrupción en instituciones como el IMSS, que han sido documentadas y denunciadas por diversos periodistas y académicos. Por esa crisis del sistema de salud, México, con más de 60 mil muertos ocupa el tercer lugar a nivel mundial en fallecimientos por Covid.

La educación de niños y jóvenes también ha empeorado. Ya ocupábamos los últimos lugares en la prueba PISA, que evalúa el nivel académico entre estudiantes de más de 70 países, pero la pandemia puso a prueba el interés y la capacidad del gobierno en funciones para la mejora educativa: y el gobierno de Morena reprobó. Lo único que se le ocurrió al secretario Moctezuma, hasta hace poco presidente de Fundación Azteca, fue reforzar la influencia de las televisoras, entre ellas la que lo prohijó para llevarlo al gabinete morenista, y asignar a la niñez el papel de… televidentes.

En la economía el desastre se extiende por todos lados, no hay aspecto en el cual no se haga sentir el fracaso de la política económica del régimen morenista: 1). La economía retrocedió más de ocho años: la producción de junio 2020 apenas igualó a la de enero de 2012. 2). El desempleo aumenta, en lo que va del año se han perdido casi un millón de empleos formales. Falta contabilizar a los que ya no pueden ganarse el pan en la economía informal. 3). Según el Coneval, casi 11 millones de mexicanos pobres serán aún más pobres y caerán en la pobreza extrema. 4). De acuerdo con el mismo organismo, otros diez millones de mexicanos que no eran pobres, entrarán en esta categoría en el año. 5). La clase media disminuye día con día, de allí saldrán esos diez millones de pobres más, pues se han disminuido para ella sus ingresos, las oportunidades de empleo y de movilidad social. 6). Las empresas en general tampoco escapan a esta crisis. 45% de las empresas han despedido personal y el 50%, según datos del INEGI, redujeron salarios y prestaciones a los que conservaron su empleo. Menos del 8% de las empresas recibió algún apoyo del gobierno en los últimos meses. Desde mayo dijo López Obrador que si quebraban las empresas ese no era su problema, con lo que mostró su nula solidaridad no sólo con los empresarios sino también con los millones de mexicanos afectados por esta situación. Y podría seguir esta enumeración…  

La incapacidad de un gobierno engolosinado con la conquista del poder y más preocupado por conservarlo que por atender y resolver los graves y múltiples problemas de la Nación, se evidencia en cada secretaría, programa y funcionario. Por ejemplo, anunciaron que sembrarían 575 millones de árboles en el programa Sembrando Vida del año pasado y dijeron haber sembrado 80 millones, menos del 14 por ciento de sus metas. En la escuela tradicional habrían sacado un 1.4 de calificación: reprobados, igual que el INSABI, igual que López Gatell, igual que Moctezuma, igual que Madrazo, el secretario de seguridad. Tan ineficientes son que, después de dos años, la secretaria de energía, Rocío Nahle, reconoció ante el gobernador de Baja California que no sabía que esta entidad tenía problemas de energía y que no está conectada a la red nacional de la CFE.

Obsesionado por sus prejuicios, incapaz de razonar y de enmendar basándose en la realidad concreta, el gobierno morenista amenaza los recursos naturales y el medio ambiente: se le recortó el 75% a la Comisión Nacional de Áreas Protegidas,  encargada de administrar los sitios ecológicos más importantes del país como el Cañón del Sumidero, el Nevado de Toluca, la Selva Lacandona y las Cumbres de Monterrey; otro ejemplo es que la CFE de Bartlett, privilegia el uso de combustibles fósiles para la generación de electricidad en lugar de alternativas ecológicas como la eólica o la fotovoltaica, pues los de Morena creen que los generadores de energía eólica roban el aire a las comunidades o afean el paisaje, como dijo el presidente López.

Ni la corrupción ha disminuido ni se gobierna pensando en el bienestar de los pobres.  Manuel Bartlett y sus múltiples propiedades que no se pueden explicar con sus ingresos, pero que nadie en Morena quiere investigar; el hijo de Bartlett vendiendo ventiladores inservibles a más de millón y medio cada uno, al que apenas le aplicaron una minúscula multa, pues es de la familia morena; el ex super delegado del gobierno federal en Jalisco, Carlos Lomelí, haciendo transas en la venta de medicinas al propio gobierno; la corrupción en la CONADE, en la que sigue despachando Ana Guevara a pesar de los escándalos; el director del IMSS haciendo negocio con el gobierno… Bueno, hasta a la encargada de combatir la corrupción, Irma Eréndira Sandoval, le descubrieron propiedades y riqueza inexplicables. Y aún dicen que “hay aves que cruzan el pantano y no se manchan…” Pero no se manchan porque ya vienen totalmente pringosos.

En el peligro que vislumbran para las elecciones del año entrante (pues roban, mienten y traicionan, pero no son tontos), los morenistas han desatado una campaña para descalificar a sus posibles o declarados oponentes. Entre ellos, destacadamente, al Movimiento Antorchista Nacional, organización en la que orgullosamente milito. Desde antes de tomar posesión emprendió el presidente López una campaña de calumnias y descalificación en contra de la que llamaba la Antorcha Mundial. Tuvimos que presentarnos en sus actos para defendernos de la calumnia presidencial… y se calmó. Ahora renuevan sus ataques, lanzando los primeros proyectiles inmundos y excrementicios desde la Casa Aguayo, en donde reside el peor de los gobernadores que ha tenido Puebla, Miguel Barbosa. 

Los antorchistas no nos engañamos, sabemos que nos ven como un enemigo serio, porque argumentamos nuestras críticas, tenemos un proyecto alternativo y superior al del gobierno morenista para el bienestar de los mexicanos, porque no dependemos ni hemos dependido nunca del dinero del gobierno o de un padrino poderoso, porque solo obedecemos al superior interés de construir una Patria más justa, democrática y soberana, con empleo y salarios dignos, con la seguridad, la calidad de vida, de servicios públicos, educación y salud que se merecen lo que han hecho de México una de las economías más grandes del planeta. 

Nos calumnian, porque saben que nuestra principal fortaleza está en el continuo trabajo de organización y de educación del pueblo encabezado por el Maestro Aquiles Córdova Morán a lo largo de casi medio siglo, que ha llevado al antorchismo a sumar dos millones de militantes. Precisamente por esto, ni con amenazas, ni con calumnias, ni con represión, ni negándonos las obras y programas a los que el pueblo organizado tiene derecho, nos van a detener ni mucho menos a aniquilar. No nos van a distraer de la tarea principal del momento: a defender y a fortalecer la organización popular para la batalla electoral de 2021; del pueblo depende detener esta tragedia nacional, a la que pomposa e ilusamente han llamado cuarta transformación.

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