Redacción/Quihubole!!!
HUIXTLA,
a 16 de junio de 2018.- Elegir al mejor candidato para presidente de
Huixtla, es una de esas tentaciones capaz de dividir la opinión publica donde la crítica, en la que cada uno parece
contar con razones irrebatibles. Por un lado están los que consideran a los
candidatos como bazofias, representaciones insulsas, mediocres y vergonzosas.
Por otro lado están los más benévolos, los que celebran el abordaje de la elección
con humor negro y cierto barrunto de la realidad.
¿Quién
tiene la razón? Ya lo he dicho, ambos. Es innegable que entre los candidatos hay
uno que otro improvisado. Es como se hubiera invitado a una novatada actoral a
un asado en el campo y, ya puestos en el lugar, dar vida a un proyecto también
por un novicio aspirante. El resultado, por supuesto, no será el mejor para
huixtla ni para los huixtlecos.
Algunos
acusan la secuencia aburrida, otros la falta de capacidad de los candidatos
contrarios y muchos la incapacidad del ellos para atrapar al electorado. Hay
algo de verdad en ello, pero también un poco de exageración. Los candidatos, a
mi modo de ver, no son excelentes, pero tampoco digna de las cloacas. Y la
principal razón la constituye, creo, la temática y su abordaje para convencer a
los huixtlecos.
Pero,
¿de qué fueron las campañas? Resumámoslo así. Un joven de unos cuarenta y
tantos años, rico y empresario, hijo de un honesto y noble empresario que empezó de ceros, decide jugársela en la
política. Algunos dicen que es un hombre ingenuo y cándido cuya única virtud
parece (la de aparentar ser pobre) tiene mucho dinero producto de encargos políticos dicen otros. Su
proyecto. Según él, representa el proceso para rescatar a Huixtla mediante el
cual tuvo que armar un proyecto político con un equipo de comunicadores,
vendedores y publicistas. Toda una empresa tratándose de un capricho tontuelo de quien quiere regresar solo para volver a gozar de las mieles del poder.
Un proyecto que en el
trayecto se fue desarrollando en campaña. Casi toda en torno al candidato del
PVEM representado por Carlos Martínez, a quien desde las redes sociales se mofan
de su ridiculez típica de pretender la alcaldía, tratando de convencer de que no llega como advenedizo al ruedo electoral, sin embargo, muy difícilmente puede ocultar que es la más clara evidencia del cinismo y la demencia en que
suelen caer quienes ya no tienen calidad moral ni dinero y están en bancarrota.
Los
ejemplos sobran. La egolatría recurrente en primer lugar, la afectación de creer
que por tener una profesión merecen ser inteligentes y dignos de adulación, los
modales refinados a veces expresados por amistad, la insolencia típica de los
atontados por el dinero, el capricho pertinaz o los deseos arbitrarios de los
consentidos que aspiran realizar, y una disposición a vivir en otro mundo casi
solo visto en ese tipo de personalidades desubicadas en que se encuentran.
Hay
quienes aseguran también que se encuentra rodeado de personajes lambiscones, los
que aun reconociendo el ridículo de su candidato no les queda más que celebrar
la estupidez ajena, incapaces, por su condición, de sostener la crítica de
manera civilizada al grado de caer en faltas de respeto.
No
falta quienes aseguran que el encargado del diseño gráfico del lanzamiento de
la campaña política es quien le llena de humo la cabeza al candidato, infiltrándose junto con los ex funcionarios que le corean y le siguen, para embobarlo diciéndole lo relevante
que son sus mensajes de campaña, solo por lograr una estancia cómoda y la promesa de obtener un
trabajo más allá del que realiza como diseñador.
Y es
que entre tanto humor negro está el interés del candidato por el logro de su
campaña. La elección de un ave que lo simbolice, un árbol y el canto de un
pájaro verde… cualquier cosa. El tiempo dedicado a la elección de una canción trillada
y a temas sin importancia, aunada a la falta de sensibilidad, la incapacidad
para desarrollar un mínimo discurso que haga olvidar lo que no pudo hacer como
alcalde, como diputado y como contralor, la absoluta incompetencia humana para
encarnar cualidades mínimas en dar la mano al campesinado y al más necesitado.
Carlos Martínez
Martínez tiene muchas cosas en común, el de estar rodeado de familiares de personajes que conforman su planilla, políticos
que lejos de ayudarle le perjudican, en especial de esos que se hacen llamar
los “nuevos políticos”, esos que dicen que vienen a salvarnos pero que esconden
los peores vicios de la política y que suman un nuevo peligro para Huixtla y
quieren regresar a la política porque es la política la única limitación que
encuentran en su carrera empresarial.
Así que
esos familiares de los integrante de la planilla, “los nuevos políticos” necesitan estar de los dos lados del mostrador, del que por un lado dicen que están comprometidos y por otro lado admiten que
quieren “un pueblo que no esté jodiendo”, o mejor dicho que no se interponga a sus intereses mezquinos.
Pero el
candidato, Carlos, que quiere volver a llegar a la política para representar
intereses familiares, donde encuentra su motivación personal y la posibilidad
de erigir una identidad propia, pero que
no lo despega de sus amigos non gratos, esos que no le permiten demostrar que
él solo es capaz de hacer algo por los huixtlecos.
El otro
problema es que, mientras sus asesores diseñan el perfil del líder que debe
encarnar, Carlos Martínez se confunde tratando de encontrar su propia identidad
en ese personaje construido. Ahí tenemos varias capas ficcionales: el personaje
que le construyen a Carlos, el que Carlos aspira a ser y el que Carlos es, algo
más complejo que los anteriores.
Con lo
dicho hasta aquí se puede ver que el candidato del verde tiene elementos
rescatables que lo hacen incluso aconsejable. Pero si les gusta y ya se
olvidaron de cómo se desempeñó Carlos Martínez durante su encargo como alcalde,
dos veces diputado y contralor, esta es la ocasión para volverlo a elegir como
presidente de Huixtla.
Y si
aún están indecisos, lean y vean como el candidato del verde está siendo vilipendiado
por los memes y ovacionado por el humor negro y por la sátira de feibuqueros de
las redes sociales, de que Carlos Martínez, no pudo o no quiso hacer nada por
los damnificados huixtlecos, como Comisionado de la Reconstrucción de los
desastres que ocasiono el huracán Stan. Pero que conste, no es… Nada personal.