• Paramédico, buzo, adiestrador
canino, salvavidas, técnico en materiales peligrosos, capitán de bomberos y el
mejor promedio nacional en la certificación “Conocer”
Tijuana, Baja California, a 04 de
junio de 2021.-* Existen diferentes sonidos de alarma: la del despertador, para
asegurar la casa, la de un terremoto o la de un carro en reversa, pero a la que
siempre respondió “Blue” antes de los 45 segundos, que es el tiempo máximo en
el que se debe poner su equipo estructural de 22 kilos, es a la que suena en la
Dirección de Bomberos de Tijuana (DBT).
Luis Gabriel García Barrón, Jefe de
Capacitación y Adiestramiento de la DBT, conocido como “Blue”, ingresó a
Bomberos como voluntario cuando cumplió 18 años y hoy, a sus 44, con orgullo
presume que es el mejor trabajo del mundo. Y aunque en siete años se puede
jubilar, aportará sus conocimientos como lo hacen los capitanes en Estados
Unidos que se dedican a enseñar lo aprendido.
El capitán tiene a su familia en casa,
a sus dos niñas que adora, Regina y Romina, quienes le bajaron “las
revoluciones” con respecto a exponerse al peligro; pero en la oficina tiene a
su familia laboral que siempre lo acompaña: Magui, Giovanni, el señor Moreno,
Érika, el jefe Neri y el capitán Guerrero, además de sus perros de búsqueda
Max, Montecito y Jazz quien falleció.
Recuerda que Junto a Jazz hizo un
gran equipo en las zonas de derrumbe, y comenta que en alguna ocasión encontró
el cuerpo de uno de sus compañeros bomberos, quien murió debido al colapso de
un techo en llamas y cómo Jazz lo consoló al verlo llorar. Por otro lado, Max,
ya jubilado, lo acompañó en la búsqueda y rescate de personas en el temblor
ocurrido en la Ciudad de México en 2017.
Gracias a ellos y a la Fundación que
los sostiene, ha logrado viajar para obtener certificaciones en Orlando,
Sacramento, Los Ángeles, Nueva York, entre otros, para ser adiestrador canino,
uno de sus tantos escaños. Actualmente, Luis Gabriel forma parte del grupo de
Fuerza de Tarea de Baja California, el tercero más importante en el país
después de CDMX y Jalisco.
“Yo quería acción, mi primera salida
en la bombera fue a los tres meses para cargar diesel, me sentí soñado y, como
en todo, cuando finalicé mi curso como paramédico, mientras sentía orgullo por
lograrlo, al mismo tiempo sentí profunda tristeza porque uno de mis compañeros
había muerto”.
Entre sus misiones recordó una
competencia de bomberos en la que dirigió a 19 equipos de toda la República en
2000, fue sobre un rescate extremo durante tres días en la Sierra y ganaron el
primer lugar. Además, tiene la mejor calificación a nivel nacional otorgada por
el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales
(Conocer).
Su curiosidad y sus ganas de crecer
lo hacían voltear hacia las unidades de rescate y, para formar parte de ellas,
inició sus estudios de paramédico de la Cruz Roja; así que, con esa pasión que
lo caracteriza, comenzó una rutina de 24 horas de trabajo en la Dirección de
Bomberos, un baño en casa, seguido de un turno de 48 horas en la Unidad de
Rescate.
Además, se capacitó como salvavidas,
capitán de bomberos y buzo, aprendizaje que le ayudó a ingresar en las presas
Abelardo L. Rodríguez y El Carrizal, lo cual es sumamente difícil por la falta
de visibilidad debida al fango y las ramas. Ahí, para controlar el estrés,
cantaba.
En el área de práctica, ubicada al
lado de la Estación 13 de Bomberos, antes de la pandemia por Covid-19, llegaron
a tener hasta 500 niños de preescolar y primaria, que disfrutaban, aprendían y
conocían parte del trabajo que hacen los héroes sin capa, como García Barrón.
Contar con un espacio como el que
actualmente tienen en el Fraccionamiento El Refugio, en el que se capacita a
los voluntarios, no ha sido fácil, pero aún existen personas que realizan
donaciones para acondicionar el lugar. Actualmente Luis Gabriel coordina la
Academia, donde cuentan con un grupo de 54 voluntarios, la séptima generación,
y que, en muchos de los casos, no van por la paga, sino por amor a la
actividad. Algunos son profesionistas y solo quieren capacitarse para ayudar.
Los aprendices utilizan trajes
estructurales de 22 kilos con un calor de 40 grados de temperatura, entran al
“Laberinto de confianza”, hay humo denso, prenden fuego en vagones con
temperaturas elevadísimas o se avientan a las albercas con todo y equipo. Es
ahí cuando muchos de ellos no llegan a la meta. Luis Gabriel nunca
olvidará cuando él y tres de sus compañeros pensaron que “no la librarían” al
caer del techo de un edificio y quedar atrapados entre el fuego. Aunque ha
vivido experiencias fuertes, no tiene ninguna cicatriz.
“Alguien
dijo, si tienes algún problema, marca el 066 y vendrá un camión grande con
gente buena que te va a ayudar. Somos nosotros, los bomberos”, finalizó Blue.
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