viernes, 10 de abril de 2020

FELIZ CUMPLEAÑOS DOÑA LILIA...

UNA HISTORIA DE AMOR COMO NINGUNA.
+ La conocí un domingo; hablamos de pasión…
+ Algo en el tiempo que ha durado 50 años…
+ Un día de carnaval emprendimos este camino de luz…
+ Dedicado este día al cumpleaños de Doña Lilia…
                            Ruperto Portela Alvarado.
                            FELIZ CUMPLEAÑOS, DOÑA LILIA…
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Sábado 11 de Abril de 2020.- Como dice la canción: “la conocí un domingo; hablamos de pasión, le pregunté su nombre, y muchas cosas más. El lunes fue un fracaso, no vino ya lo sé; pero al otro domingo, de nuevo la encontré… Y así comienza nuestro amor, de primavera…”
         Era un domingo de carnaval en el mes de mayo. Ahí la vi por primera vez. Una niña de 15 años de carita angelical, que vestía con galanura una trajecito de blusa blanca con un chalequito y pantalones color guinda-morado que le asentaban a su belleza. Yo, rondaba los 19 años y vestía ese día un pantalón de casimir café que me mandaba a confeccionar mi hermano Cecilio “Chilo” Portela Alvarado con Carlos “Culipio” El Sastre, y una camisa chazarilla color cremita que le había comprado a crédito a David Martínez Reynoso, yerno de doña Andrea Arano dueña del restaurante “Andreita”
Por eso esta “es la historia de un amor, como no habrá otro igual, que lo supo comprender, todo el bien, todo mal; que le dio luz a mí vida…” y aquí estamos celebrando el cumpleaños de ella, de mi esposa doña Lilia Hernández González. Una luz que ha estado encendida por medio siglo desde que la conocí. Alborada que nos cobijó al amanecer de nuestras vidas y que hoy al atardecer seguimos disfrutando juntos.   
         Sí me acuerdo, estábamos en el baile de carnaval en Alvarado que se celebraba en el muro marginal, detrás del boulevard Juan Soto, precisamente en la prolongación de la Calle Madero, adelantito donde estaba el billar “La Prepa”. Fue entonces cuando llegamos a lugar mis amigos José Sotero Silva Herrera (+), Manuel Rascón Arano y yo.
Entonces me percaté que mí también entrañable amigo de la infancia y compañero en la escuela primaria “Benito Juárez” y la secundaria “Marco Antonio Muñoz”,  Rafael Figueroa Zamorano “La Pulga” bailaba con una preciosa niña quinceañera, de la que me prendí y decidir bailar con ella. Acordé con Sotero y Manuel para que al empezar a tocar el conjunto “Puerto Rico” de don José González Quintana, mejor conocido como “El Negro Mambo”, me lo quitaran del camino y así fue como empecé a bailar con ella, que al preguntarle me dijo que se llamaba Lilia.  
         De ahí empecé un peregrinar y persecución hasta que la “niña bonita” decidió ser mi novia; una relación que duró más de cuatro años, hasta que por intermediación de otras gentes que querían separarnos y a ella mandarla a la Ciudad de México, tomamos la decisión de “huirnos” un sábado 29 de diciembre de 1974, sin pensar en las consecuencias de restricciones económica y lugar donde vivir.
         Era tiempos del romanticismo, de las “manos sudadas”, el noviazgo de lejitos y así pasamos muchas tardes en su casa de Paso Nacional –detrás de la Telesecundaria—con la amabilidad de su abuelito Juan González y su mamá, doña Fortunata González. Quiero decirles, que mientras muchos hablan mal de las suegras, yo puedo decir lo contrario porque “Doña Nata” como le decíamos de cariño, fue una buena mujer; alejada de todo perjuicio, honesta y recatada, con quien tuve una relación de cariño, respeto y coincidencias.
         En el seno de ese hogar que gobernaba doña Fortunata, fui recibido con buenos modos y atenciones. No tengo más que decirle, gracias por todo lo bueno que compartimos. Claro que a mí ya me conocían por parte de mi mamá, Doña Goya, que era la conserje de la escuela primaria “Marco Antonio Muñoz” de Paso Nacional, Alvarado y yo la ayudaba a barrer los salones.
         En ese tiempo, por el mes de diciembre, se casó mi hermano Cecilio “Chilo” Portela Alvarado con Mireya González y a esa fiesta asistí acompañado de Lilia que ya era mi novia. Ella, vestida impecable y siempre linda, asombró a la gente, al grado que una pariente mía llegada del Puerto de Veracruz, se atrevió a calificarnos como “la bella y la bestia”. No me incomodé porque en algo tenía razón. Yo encarnaba a la bestia y ella “La Flor Más Bella del Ejido”, como yo le decía. Bueno, sigue siendo una mujer hermosa y bonita a la que hoy le festejamos su cumpleaños.
         La historia de amor no es siempre dulce, porque hay tiempos amargos. Nos fuimos el mero día en que en Alvarado se celebraba el baile con el conjunto musical veracruzano “Los Joao”. Paramos en Veracruz en la casa de mi hermano Daniel Portela Alvarado, donde estuvimos casi un año y le agradezco  todo el apoyo desde que llegué a estudiar periodismo. Luego nos fuimos a la casa de mis papás y otros días con mi primo Rafael “Fallo” Noguerola Sánchez, quien siempre ha sido muy diligente conmigo. De ahí a la casa de su mamá, doña Fortunata.
         Todo ese año de 1975 en que salí del “Diario La Nación” y me fui a Alvarado, anduve trabajando de peón de albañil y por las tardes a pescar camarón prieto en la “Laguna del Picacho” que ya no existe, de la comunidad de la Trocha.  Entonces ya se nos había muerto nuestro primer hijo, que fue una amargura que todavía es parte del recuerdo adverso.  
         Fue cuando a mediados del mes de mayo, me avisaron que me presentara a la Facultad de Periodismo –hoy de Ciencias de la Comunicación—para ofrecerme venir al Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez donde llegué el 7 de junio de 1976. Así comenzó otra parte de esta historia que estoy contando. Y la fuimos llevando hasta llegar en 2019 a los 45 años de casados.
         Pero hoy es un día grande, donde la bandera ondea a toda asta por el cumpleaños de mi esposa doña Lilia Hernández González a quien hace unos año le escribí una canción que le entregué a Reyes Cano Santos“El Loco Cano” para que le pusiera música y cantársela a mi esposa en su mero día de natalicio, pero nunca la musicalizó.
         Por eso hoy le entrego de regalo esta canción, de manera pública y con la presencia de todos ustedes, nuestros hijos José Vinicio Anna Lilia Portela Hernández; mis nietos, Luis Adrián y Luis ÁngelAriadna Miztli  y Vinicio Alejandro, todos en comunidad. Por supuesto que también con mis yernos, Adriana Esquinca y Luis Rueda Castillejos.
Y ME ENAMORÉ DE TI…   
Me enamoré de ti
Con mi conocimiento;
Me enamoré de ti,
Es lo que más siento.
Porque eres tú,
La parte de mi vida
Que hacía falta llegar,
Como mi consentida.
Me enamoré de ti,
Porque sin conocerte,
Ya te concebía en mí;
Porque eres la mujer
Que a mi pasión vendría.
No sé decirte ya,
Como me siento;
Cerca de ti,
En el firmamento.
Vuelvo a repetir feliz,
Que eres todo en mi vida;
Que doy todo por ti,
Sin miedo a lo que digan.
Estoy contigo hoy;
Estaré contigo mañana;
No me voy a ir,
Si tú a mí me dices
Ahora,
Que me amas.
Déjame llegar,
A tu sentimiento; a
A tu corazón
En todo momento.
No te vayas a ir,
Porque me muero;
Ven otra vez a mí,
Por lo que tanto quiero.
Me enamoré de ti,
Con mi consentimiento;
Es lo que más siento,
Porque eres tú,
La parte de mi vida,
Que hacía falta llegar;
Como mi consentida…
Feliz cumpleaños doña Lilia, esposa mía; madre de mis hijos y abuela de nuestros nietos...
 LA REDACCIÓN
El amor es un sendero que se recorre despacio, disfrutando de cada paso. hace ya cincuenta años que iniciaron juntos el camino, con los años llegaron los hijos y mas tarde los nietos. Hoy nos comparten lo que han luchado para lograr una felicidad, como bien dicen, nunca termina. Esta casa editora les desea a la Señora Lilia ¡Muchas felicidade por su cumpleaños! y a nuestro amigo Ruperto, igual, ¡Muchas felicidades por tan ejemplar matrimonio! Dios les siga bendiciendo por siempre.

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