Juan Carlos, Hermano Mío, Descansa en Paz
Agradecemos
a quienes nos siguen enviado sus condolencias a través de diferentes medios,
deseándonos la resignación por el fallecimiento de mi hermano Juan Carlos.
No olvido la
noticia dolorosa que mi hermano Carlos, siempre tan bueno, tan amable, tan
servicial, cariñoso y dicharachero, había fallecido. Nos produjo un inmenso dolor, únicamente responden el tratar de entender los por qué, nos quitan una vida
útil, sana y buena. Respuestas que por más que la buscamos... no la
encontramos.
Sin
embargo, tenemos la fe profunda en la ternura infinita de Dios que ha acogido
con amor y misericordia a Carlos. Que haya muerto mi hermano Carlos, el hombre
más idealista que he conocido, me produce un dolor muy profundo. Lo único que
nos queda a mi madre, mis hermanos, mis hijos y sobrinos, es seguir
manteniéndonos unidos y buscar en la convivencia con mi cuñada Ligia Vargas y
mis sobrinas Karla Nicolle y Valeria Maritza Escobedo Vargas, la fortaleza que
nos permita intentar cerrar una herida difícil de cicatrizar.
Transcribo
las palabras que yo hubiera dicho, mismas que por la misma voluntad de mi Dios
Amado no pude hacer personalmente en la ceremonia religiosa.
Despedirse
por última vez de un ser querido siempre será motivo de tristeza.
Pero
hacerlo de manera inesperada y a una edad (44 años) que aun prometía muchas
experiencias en la vida provoca un vacío, un dolor y un desconcierto
indescriptible. El padecimiento que causó tanto sufrimiento a mi hermano, la
madrugada de hoy lamentablemente le quitó la vida.
Le
arrebató de manera abrupta la esperanza de continuar con sus proyectos
personales y particulares en el momento en que tenía tanto que ofrecer. No
renegaré, ni trataré de encontrar razones para entender por qué una persona
noble, carismática y buena haya podido dejarnos así, sería inútil. Mientras
viva, extrañaré la presencia de mi hermano Juan Carlos. Particularmente durante
las Navidades y fin de año en las que no podré evitar el recuerdo amargo del
día en que lo perdimos.
Pero a
pesar del terrible dolor, debemos seguir adelante, la vida continua, y lo hace
de manera significativa a través de mis sobrinas, Karla Nicolle y Valeria
Maritza Escobedo Vargas. Lloraré muchas veces la ausencia de mi hermano Carlos,
pero sé que todavía puedo hacer algo por él. Honraré su memoria transmitiendo a
mis sobrinas todos aquellos recuerdos que viven en mí y que le permitirán saber
el maravilloso ser humano que era su padre.
Los
invito a que en un momento de remembranza pongamos por escrito las anécdotas
que mejor reflejen los detalles que hacían de mi hermano una persona tan
especial. Los apodos a cada uno de sus hermanos y sobrinos.
Ofrezcamos,
desde la óptica de familiares y amigos, una constancia del carácter y valores
que mis sobrinas Karlita y Valita conocieron directamente de su padre. Sé que
nada podrá reemplazar a Juan Carlos. Pero le pido a Ligia que tenga la certeza
de que ni a ella, ni a mis sobrinitas habrá de faltarles cariño, consejo o
apoyo de especie alguna. Siempre, siempre podrán contar con nosotros.
Finalmente,
con el gran desconcierto y profunda tristeza que comparto con mi madre Marina,
mis hermanos Elizabeth, Javier, Yoly, Lupita, Israel, Blanqui, Irene, Viky,
Tere y Alberto, deseo y pido a Dios Todo Poderoso que el décimo de doce
hermanos, orgullo de mi madre de un solo padre, mi gran amigo y mi querido
hermano Juan Carlos Escobedo González, descanse en paz.
Huixtla,
Chiapas, Mex. Agosto del 2016
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