¡Señor, señor! ¿Por qué odiarán los hombres al que lucha, al que
sueña y al que canta?
¡Cuán doloroso es ver que cada ensayo para volar provoca una pedrada, un
insulto mordaz, una calumnia! ¿Por qué será la humanidad tan mala?
Nicolás Guillén, “El mal del siglo”
BAJA CALIFORNIA
Por: Aquiles Córdova
Morán
Redacción/Quihubole,
a 27 de febrero de 2019.- Solo el día lunes 25
de febrero, logré contar cinco notas en que se nos ataca sin motivo legítimo y
sin ninguna prueba. Si esto es la preparación de un golpe represivo del
Gobierno, yo quiero dejar bien claro quiénes son los encargados del trabajo
sucio, los responsables de abonar el terreno a la represión popular, cómo y con
qué recursos lo hacen. Dos de las notas parecen estar emparentadas entre sí, es
decir, da la impresión de que es la misma mano instigadora detrás de ambas.
La “Diputada Federal del Grupo Parlamentario de
Morena” (así se identifica en su nota), María de los Ángeles Huerta, publicó en
“El Sol de México” un artículo que tituló “Poder legislar juntos” en el que
comienza aprobando la medida presidencial de cortar el subsidio a las
organizaciones “de la sociedad civil” y acaba señalando que no todas merecen
ese trato. A juicio de la diputada, “muchas parecen (¿solo parecen y por eso se
les debe castigar?) estar hechas (…) para el beneficio personal de sus
directores y/o de intereses muy privados (¿cuáles son, diputada, los intereses
poco privados?) y en ocasiones mezquinos”. Afirma que hay “muchas
organizaciones (…) de origen y fines dudosos, cuyo único mérito es la amistad o
cercanía con políticos o funcionarios públicos que históricamente (¡sic!) les
han proporcionado recursos que se manejan con escasa o nula transparencia para
la fiscalización pública.” (¡resic!) Las cursivas son mías, ACM.
Después de un punto y aparte, la diputada dispara a
quemarropa: “El caso de Antorcha Campesina puede ser un buen ejemplo de ello…”
Y nada más. ¿Es darle a usted demasiado trabajo, diputada Huerta, encima de su
agotadora labor legislativa, si le demando que precise por qué le parece
“dudoso” el origen de Antorcha Campesina, el nombre de los “políticos o
funcionarios” que “históricamente” (¡qué bajo ha caído la historia!) nos han dado
dinero cuyo uso no transparentamos y las cantidades, aproximadas siquiera, de
las que habla? Pienso (aunque es seguro que usted no estará de acuerdo conmigo)
que es lo mínimo a que tenemos derecho los antorchistas, frente a la directa e
insultante acusación que nos lanza, convirtiéndonos sin más en paradigma de
organización corrupta al servicio de oscuros y “muy privados intereses”.
Por si su extenuante trabajo legislativo le dejara
algún resquicio libre, le informo que en la página Web de Antorcha puede usted
encontrar toda la información que desee sobre cómo, dónde, cuándo y para qué
nació Antorcha Campesina; también todo el detalle que guste sobre lo que
hacemos, dónde y con quiénes lo hacemos, con qué resultados y en beneficio de
quién. Incluso, hay allí videos, fotografías, imágenes ilustrativas del
resultado de nuestra ingente labor social. Además, pienso que como legisladora
que es usted, sabe perfectamente que los recursos públicos no se entregan así
como así al primero que los pida, ni se le deja libre para hacer con ellos lo
que le venga en gana; que todo eso está rigurosamente normado y su aplicación
es vigilada y auditada hasta los decimales por gente muy competente. A la luz
de esto que usted no puede negar, su acusación resulta absolutamente falsa,
trivial e insostenible.
La nota similar a la anterior es de Sergio Sarmiento
(JAQUE MATE, diario “Reforma”, 25 de febrero) y se titula “Primero amputar”.
Sarmiento, igual que la diputada Huerta, divide a las “organizaciones de la
sociedad civil” en buenas y malas a su muy leal saber y entender; e igual que
la diputada Huerta, condena a las perversas y delincuenciales a ser erradicadas
sin miramiento, pero no a las otras. La tabula rasa, en este caso, es injusta y
errónea en opinión del columnista. Dice textualmente: “Hay una lógica, supongo,
en la decisión del presidente López Obrador de no entregar recursos a las
organizaciones de la sociedad. Algunas son fachadas de grupos de extorsión. Es
el caso de Antorcha Campesina, que ha obtenido del gobierno enormes cantidades
de dinero así como terrenos, como las 200 hectáreas de El Moño, en
Chimalhuacán, entregadas en 2016 por el régimen del PRI”. ¡Y nada más!
No hay, pues, gran diferencia entre lo que escribe una
diputada morenista habilitada de columnista y el intelectual de altos vuelos y
sólida cultura que pretende ser Sergio Sarmiento. Tampoco él da un solo
argumento para sostener que Antorcha es la fachada de un grupo de extorsión; ni
sobre las “enormes cantidades de dinero” público que nos hemos robado; ni de
dónde sacó lo de la donación de El Moño a los antorchistas. Se trata de una
pura calumnia, de una acusación infame sin paliativos y de un grosero abuso de
influencia mediática. Sarmiento parece querer decirnos: ¿Acaso no es prueba
suficiente que sea yo quien lo diga? Pues no. No es suficiente. Y de paso, hago
notar la flagrante contradicción entre el título de su columna y la alevosa
injuria que nos lanza. ¿Es que Sarmiento cree que calumniar no es hacer daño?
Le recomiendo echar una ojeada al artículo de don Diego Fernández de Ceballos
del mismo día: “…¡cuidado! –escribe el conocido Licenciado– la calumnia es la
forma más vil para arrasar con honras de personas y devastar instituciones!”
¿Alguna duda, don Sergio?
A ambos columnistas debo hacerles notar que cometen el
mismo error de principio. Para defender a las “organizaciones de la sociedad
civil” que ellos cobijan, meten con calzador entre ellas a Antorcha Campesina,
y luego, cómodamente, establecen el violento contraste entre estos “delincuentes”
y quienes hacen filantropía y caridad social que ellos aplauden. El error
consiste en que Antorcha jamás se ha definido como ONG ni como “organización de
la sociedad civil”; sino como un movimiento político-social de carácter
popular, que combate, desde hace 45 años, la pobreza y la desigualdad que
reinan en el país. Por tanto, a diferencia de los protegidos de Sarmiento y
Huerta, jamás hemos recibido subsidio, directo ni indirecto, de gobierno
alguno, y no se nos puede quitar lo que nunca hemos tenido. Sobre los “Ríos de
dinero por debajo de la mesa” (“Proceso” dixit), ya hemos hablado bastante;
pero, por si hiciera falta, aconsejo a Sarmiento que, si va a atacarnos de
nuevo, lea siquiera lo que hemos dicho, escrito y documentado en nuestra
defensa, tanto sobre el dinero como sobre las 200 hectáreas de El Moño. Eso le
ahorrará el seguir diciendo sandeces.
Sarmiento es una figura mediática destacada sin lugar
a dudas. Conductor de televisión, columnista de uno de los diarios más
prestigiados y poderosos de México, entrevistador de importantes personajes de
nuestra vida pública, etc. Tengo, pues, derecho a suponerlo muy bien informado
y, por tanto, a concluir que sus acusaciones gratuitas solo pueden tener una de
dos explicaciones: 1) el desprecio arrogante hacia nosotros y sus lectores; 2)
la mentira premeditada, la maligna intención de hacer daño, atrincherado en su
poder mediático. Sarmiento también es un personaje absolutamente urbano. Hombre
de traje y corbata diarios, de café y de biblioteca, pero absolutamente ajeno a
la realidad que existe más allá de la Ciudad de México y sus alrededores. Jamás
ha visto con sus propios ojos el trabajo de los antorchistas; no se imagina
siquiera qué hacen y cómo lo hacen, con qué sudores y sufrimientos, por
ejemplo, en la Tarahumara de Chihuahua, en la Montaña guerrerense, en el
Soconusco chiapaneco, en la Sierra Negra y la Norte de Puebla. Lo invito, pues,
a que conozca nuestra realidad y le ofrezco no llevarlo tan lejos: a las
colonias pobres del sur de la capital poblana nada más. Ahí verá la pobreza
cara a cara; el hambre, la insalubridad, la vida paupérrima en malolientes
pocilgas. Así, cuando escriba, sabrá ahora sí a quién está acusando y
descalificando.
Termino con otros dos ataques gemelos. “Diario de
México” y diariodemexico.com, hablando de la encuesta sobre la termoeléctrica
de Huexca, Morelos, dice: “En el Municipio de Ayala, organizados en autobuses,
llegaron a votar integrantes de Antorcha Campesina portando pancartas en contra
del proyecto y del presidente de la República”. Por su lado, “Diario Imagen” y
diarioimagen.com, dice: “de acuerdo con lo reportado hasta las 14:20 horas, la
mañana había transcurrido con poca afluencia, hasta que alrededor de la 14:00
horas llegaron varias decenas de militantes de Antorcha Campesina a participar
en el ejercicio”.
Ambas notas son totalmente falsas: 1) porque Antorcha
no ha tenido nunca nada que ver con el proyecto de Huexca; 2) porque los
antorchistas, como cualquier militante de una organización, no llevan la identificación
grabada en la frente y no pueden ser reconocidos a simple vista; 3) porque de
haber participado en la consulta, habríamos derrotado con creces a los
morenistas. ¿Por qué, entonces, se nos acusa tan torpemente? Lo que realmente
se busca es deslegitimar la lucha de los morelenses y su reclamo al Presidente
para que cumpla su promesa de campaña de cerrar la obra. Se quiere hacer creer
a la opinión pública que la oposición a la termoeléctrica es ficticia, obra de
un grupo de manipuladores “enemigos del Presidente”. Es, además, una
provocación para que los morelenses en lucha salgan a deslindarse y a atacar a
los “antorchos” por injerirse en su lucha sin ser llamados, aislarlos de ese
modo y derrotarlos.
Amigos morelenses: nosotros no metimos ni la uña del
meñique en la encuesta, ni queremos tampoco arrebatarles sus banderas. Pero si
ustedes se animan, ahora o en el futuro, a saltar del prejuicio al juicio
cierto y fundado en hechos, sepan que siempre podrán contar con nuestro apoyo
fraterno, leal y desinteresado.
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