sábado, 6 de junio de 2015

LA HUMILLANTE HUIDA

"Batman" (Castillo) la libró; "El Llanero Solitario" (Córdova) nos divirtió, pero si los militares se doblan, entonces, ahora, ¿quién podrá defendernos?
por Roberto Cruz el 2 de junio de 2015
Los atacantes no eran extranjeros, entonces, ningún defensor de la Patria (“más si osare un extraño enemigo…”) debía envolverse en la Bandera y lanzarse, mínimo, del techo de la Junta Distrital atacada el lunes con furia, mucha furia, odio, desfachatez e impunidad, por maestros de la nada en Juchitán, Oaxaca. 
Quemar el inmueble (de varios atacados el lunes en al menos cinco estados), destruir papelería y mobiliario, para boicotear el proceso electoral del próximo domingo, es, para los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, uno de la larga lista de pretextos establecida durante 10 años de vivir del chantaje y no de impartir clases en escuelas.
Si usted no ha visto el video, véalo. Detalladamente. En los primeros 4 o 5 segundos está clara gran parte de la respuesta a la descarada impunidad de quienes dicen dedicarse a educar. 
De la desconcertante escena de Juchitán existen varios videos y tomas. Con detalles claros de la huida militar es el transmitido en El Noticiero de Joaquín López-Dóriga. 
Nadie pide del Ejército Mexicano una reacción rabiosa ni desenfrenada ante la tozudez de los irracionales profesores, sabios en vandalismo, pero tampoco una humillante huida, como si hubieran visto al mismo diablo, cuando una turba derriba el portón de la Junta Distrital utilizando un "vocho" y, enseguida, un energúmeno comienza a destrozar los vidrios de las ventanas del inmueble, cual Jackie Chan enfurecido, a patadas y sillazos. 
No es irrespetuoso decirlo, porque es necesario en momentos de tensión política y social creciente, pero provoca lástima observar un traje militar, con su gallardía implícita, moverse de la escena abandonando el bien encomendado a su custodio y no hacer, cuando menos, un marcial acto de descanso, de firmeza, o esgrimir, con voz de mando, un “¡alto ahí!”. 
Más aún, verlo en franca huida. Verlos. El lunes, al menos cinco soldados permitieron a los profesores lacerar parte del instrumento de la democracia. 
Los militares tienen la encomienda de salvaguardar las instalaciones consideradas como intereses y objetivos de seguridad nacional, como Pemex y la CFE. 
El lunes, en Juchitán, dieron la espalda a su misión. Seguramente existe una orden superior o hasta la propia prudencia del personal militar de no intervenir en este caso específico para no victimizar a los agresores, como ha ocurrido en otros hechos. 
La sensación, sin embargo, al no intentar, siquiera, frenar el ataque es de sometimiento. 
Paralelamente al grito de “¡vamos a apropiarnos de este espacio, camaradas!”, los guardianes federales camuflados pusieron pies en polvorosa. Apenas voltean a ver a sus verdugos y aceleran el paso. Desaparecen. 
No, no es temor. Un soldado no teme; ningún soldado de ningún lugar del mundo teme, o no debe hacerlo. Portar un uniforme militar es mantener la vida en ofrenda. 
¿Pero cuál es, entonces, la intención de ni siquiera erguirse como autoridad para disuadir a un grupo de agresores de bienes de la nación, de la Patria y de los mexicanos? 
Vaya, ¿cuál es la intención, entonces, de su presencia? ¿Detener a un probable solitario ladrón; espantar las polillas? 
Pensamos en la posibilidad de un caso fortuito, pero no; ayer, escenas parecidas fueron igual de patéticas. Nuevamente, miembros de la Sección 22 de la CNTE humillaron al Ejército. Más de 20 militares fueron expulsados de juntas y oficinas distritales de Oaxaca. 
Tras el desalojo, en todos los inmuebles destruyeron mobiliario y documentación electoral. Repitieron la receta ante la impotencia, reflejada en los ojos, de quienes en un santiamén podrían bajar la temperatura a los envalentonados profesores. 
Algunas crónicas aseguran: “Los uniformados no se resistieron”. 
"Oaxaca no es cuartel; fuera Ejército de él", dicen, gritaba una lideresa, a quien se le olvidaba estar en un estado en donde no sólo el Ejército es vital, sino los maestros en las escuelas, pero además amenazó con correrlos a todos de todas las sedes electorales. 
El entorno electoral choca con la pasividad (¿o prudencia?) de instituciones federales y la desvergonzada inoperatividad de las estatales. 
Por ejemplo, para los consejeros del INE, en reunión continua con la Secretaría de la Defensa Nacional, la Comisión Nacional de Seguridad Pública, la Secretaría de Gobernación y los gobernadores de Oaxaca y Guerrero, el clima no es tenso ni de emergencia; simplemente, de alerta. 
Choca con la visión despreocupada de Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE: “No se ha detectado un patrón que implique intencionalidad de afectar la elección”, pero los profesores de la nada han, ya, destruido decenas de cajas con papelería en al menos cinco estados. 
Choca con la versión, salida también del INE, de la no presencia de personal militar en las sedes y juntas electorales cuando se les ve huir o salir en paso redoblado a la orden… ¡de un miembro de la CNTE! 
Choca con la tímida acción del Gobernador Gabino Cué, quien habla con voz de terciopelo a los agigantados profesores de la calle, pero como dice la opinión publicada: “(otra vez) no le hicieron caso”. 
Choca con la voluntariosa propuesta del senador Manlio Fabio Beltrones de "(que) todos, sin excepción, tenemos que hacer una convocatoria a la CNTE y a todos aquellos que se han involucrado en estos hechos violentos a la reflexión", entrelazando el asunto de la violencia con el de la suspensión de la evaluación magisterial, de la que la Sección 22 se carcajeó. 
"El pueblo ya está lleno de razones de que hay un Gobierno que ha sido tolerante, en absoluto, totalmente”, añade Beltrones, “de tal suerte que la misma tolerancia debería ser obsequiada con tolerancia por la otra parte (la CNTE). De no ser así, tendremos que seguir la ruta de cumplimiento de nuestras obligaciones constitucionales, y ahí está la evaluación para que se lleve a cabo". 
En el plano social, ¿cuál es el papel de los profesores disidentes cuando queman instituciones, policías, y se dedican a destruir a diestra y siniestra si no es por elecciones, es por la Reforma Energética o plazas laborales, o porque la Luna es redonda? 
Si en Michoacán y en Guerrero la sociedad se hartó de potenciales criminales dedicados a destruir la paz ante la vista gorda y la huida de estatales y federales, ¿se requerirá, ahora, de un nuevo perfil de “autodefensas” para defender la educación de millones de niños y jóvenes? ¿Para defender un proceso electoral en paz como Dios manda? 
Lo de estos dos días, y quizá los siguientes, hasta el domingo, tenga un razonamiento sin un incluido y premeditado lastimero escape.
Porque a las fuerzas federales (Ejército, Marina y Policía Federal), sin dudarlo, mucho se les debe ante el cáncer mayor de las balas conocido por todos.

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