Jaime Flores Martínez
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Margarito
Repetidísimo con sus ex compañeros panistas porque lo marginaron de la
turbia prosperidad que alcanzan al arribar al servicio público, al regidor
tijuanense Luis Felipe Ledezma no le importó establecer una descarada sociedad
con “un pillo de siete suelas”.
Muy pocos saben que el regidor Ledezma “se tomó de la mano” con Fidel
Villanueva, un personaje que estuvo encarcelado por vender engomados que
ofrecen una falsa impunidad a conductores de autos extranjeros que circulan en
Baja California.
Fidel Margarito Villanueva, pasó 8 meses en la prisión de La Mesa de
Tijuana por venderles a los automovilistas una calcomanía que “evita” el
decomiso de su automóvil chocolate.
El ex gobernador José Guadalupe Osuna Millán lo refundió en la
Penitenciaria aunque Margarito retomó sus fueros apenas alcanzó la libertad.
Con su acostumbrada gesticulación amanerada, el señor Villanueva
encontró la coyuntura con el regidor por el Movimiento Ciudadano Luis Felipe
Ledezma, a quien los panistas califican de resentido.
En el año 2013 los blanquiazules
le negaron la posibilidad de contender nuevamente por el partido azul y blanco.
Ledezma ya había despachado como regidor donde destacó por su mediocridad.
Luis Felipe Ledezma recibió la oportunidad del partido Movimiento Ciudadano
y de inmediato renunció a las filas del PAN.
Tras varios meses de gestión, Ledezma se vinculó con Villanueva
precisamente por el tema de los autos chocolate. El señor Ledezma quiso actuar
como redentor de las causas perdidas y aprovechó la coyuntura para asociarse
con Villanueva.
El asunto es que el Servicio de Administración Tributaria (SAT)
investiga el turbio negocio de la venta de automóviles extranjeros que portan
una calcomanía que les vendió la dupla Villanueva Ledezma.
Una persona que adquirió un auto ya “engomado” asegura que una persona
que trabaja para este par le ofreció un automóvil modelo 2004 con placas del
Estado de California pero amparado con una calcomanía que aparentemente
evitaría su decomiso.
Fidel Villanueva |
Tres semanas después el dueño de
este auto chocolate fue interceptado por policías federales en la zona de Santa
Fe. Como no traía dinero para sobornarlos, los uniformados procedieron a
decomisarle lo automóvil.
Si los federales canalizaran los automóviles extranjeros que conducen
personas residentes de suelo mexicano, seguramente los patios del SAT estarían
repletos.
Aunque se maneja con suma discreción, se sabe que el SAT ya comprobó
que la dupla Villanueva-Ledezma incurre en delitos tipificados como graves.
Esos delitos son: contrabando equiparado: defraudación fiscal y fraude a
particulares.
Se estima que --en lo que va del año--, estos bribones han introducido
a Baja California poco más de 60 mil vehículos. Estos señores hacen un
extraordinario negocio a costillas de los pobres. Además de vender los
vehículos también comercializan la calcomanía.
Mientras los vendedores de automóviles usados se truenan los dedos
porque la autoridad federal dictó nuevas reglas para la importación de
automóviles, el señor Villanueva y su compadre Ledezma aprovechan la coyuntura
para comercializar con todo descaro los automóviles ilegales.
José Guadalupe Osuna Millán |
El SAT conoce perfectamente la mecánica que utilizan estas personas
para saturar el sur de la península con automóviles chocolate.
Se calcula que en Baja California Sur circulen al menos 50 mil
vehículos extranjeros que portan una calcomanía vendida por la parejita
Villanueva-Ledezma.
La dependencia que encabeza Aristóteles Núñez, sabe que la Policía
Federal vigila la carretera que conduce a la parte sur de la península pero
también sabe que los autos chuecos les deja muchísimo dinero.
Esos policías no han marcado el alto a tantísimo vehículo que tiene
como destino la ciudad de La Paz Baja California Sur.
Se sospecha que los sudcalifornianos adquieren el vehículo en Tijuana y
en su ruta de regreso se detienen en el
puerto de Ensenada. En la ciudad que reside Fidel Villanueva, esos automovilistas adquieren la calcomanía para viajar a la
parte sur de la península.
Como los comerciantes de autos usados de Tijuana se han reducido de
manera considerable en los últimos años, el señor Villanueva y su cómplice
Ledezma ya se cansaron de retacarse los bolsillos con dinero de ciudadanos
necesitados. Ellos entregan su confianza a los vendedores de calcomanías.
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