Chus González;
La editora de la Revista Quihubole me ha pedido escribir unas líneas de despedida a nuestro querido e inolvidable amigo, Jesús González Armendáriz, fallecido la noche de ayer en la ciudad de México.
CHIAPAS
Redacción/Quihubole!!!
HUIXTLA, a 16 de julio del 2020.- Me he sentido muy honrado del encargo, por la gran humanidad del personaje que estamos despidiendo. Pero también me he sentido muy perturbado, por no acertar, en dar con el tono de estas palabras. En una revista en portal de internet, tal vez se esperaba que hiciera un análisis más o menos sesudo de su vasta trayectoria. Pero he de reconocer que, a pesar de haber sido testigo de una parte de su trayectoria política, no me siento para nada calificado en este tema. O tal vez el hilo conductor debía ser el de su reconocido aporte a su amada Huixtla, su municipio y al estado de Chiapas como legislador y que decir en tiempos durísimos y difíciles de la política, cuando le tocó dirigir las riendas del Partido Revolucionario Institucional (PRI). O bien por seguir su trayectoria varios años después, ya en los albores de ese instituto político en su malograda democracia. No obstante, de haber pasado todos los años de su gestión fuera de mi Huixtla querido. O tal vez debiera haberme concentrado en su rol de decano del priismo huixtleco, donde gracias a su decidido compromiso, la militancia comenzara la senda que la tiene hoy en un estado de completo abandono por la deslealtad de políticos que cambian de color como camaleones. Pero creo que ello haría de estas palabras un asunto demasiado local. Así las cosas, y después de decirle a la editora que la tarea me estaba sobrepasando, me respondió algo muy sencillo: céntrate en la persona, no en su trayectoria política.
Y así, recordé las largas horas compartidas con Jesús González Armendáriz mientras fue decano del PRI, junto con otro gran luchador social, Prof. Francisco González Albillo, la tarea que al principio me pareció tan difícil, comenzó a hacerse transparente.
González Armendáriz fue un hombre como el que describe Guillermo Soto de la Cruz, en su columna Miscelánea, al igual que Rubén García Matus, un Hombre, íntegro, sencillo, humano, servicial, humilde, firme, flexible y cariñoso, una sonrisa confiable que nunca se desdibujo de su rostro. Sus amigos le decían Chus González. Los no tanto, paradojalmente, "licenciado".
Chus González trataba a todos por igual. Su sonrisa rompía los hielos más duros. Dotado de un natural instinto, ayudado por su paso por el talento político sin hipocresía, resolvía difíciles conflictos con una sencillez pasmosa. Nunca le interesó el poder, pero cuando lo detentó, lo hizo con maestría. Su principal característica como legislador fue la conformación de equipos de trabajo con proyectos autónomos, que él estimulaba permanentemente. Le gustaba delegar, y apoyaba firmemente a sus equipos. Como para él lo principal siempre fueron las personas, se preocupaba y esmeraba por inventar muchas ocasiones de encuentro social en las que se generaban fuertes lazos de amistad y compromiso con el proyecto común, siendo el brazo derecho como regidor del entonces Alcalde municipal de Huixtla Dr. Ramón Ayala Pavía.
En muchas ocasiones, para González Armendáriz no era infrecuente quedarse hasta la madrugada afinando algún proyecto en beneficio para la gente más vulnerable que debía presentar a las entonces escépticas de iniciativas ante el Congreso. Estuvo, asimismo, siempre preocupado del bienestar de las personas más necesitadas de su entorno, especialmente de los más vulnerables. Sabía llegar a todos, acompañando en momentos de dificultad, y apoyando en todo lo posible cuando más era necesario. Ahora que nos deja, surgieron innumerables relatos de personas que recibieron su cariñoso consejo y ayuda de manera anónima. Como el que me comentaron dos amigos vía telefónica con quienes me comunique para confirmar tan lamentable y funesta noticia.
Pero hay una faceta que es la que se me hace más patente cuando recuerdo a Chus González (misma que también es compartida por todos sus amigos), tenía un sentido del humor exquisito. Las reuniones de trabajo eran interrumpidas frecuentemente por bromas y carcajadas. Chus González trabajaba bajo gran tensión, pero en un ambiente muy alegre.
En una oportunidad, el director de una de las dependencias municipales de Tapachula hizo su cuenta de despedida, y luego de detallar todos los logros de su gestión, ofreció sus disculpas por las posibles ofensas infligidas durante su administración. Luego pidió a los presentes decirle si había algo que no le hubiera gustado de ella. Silencio, algo tenso. Chus González, siendo el jefe, pide la palabra y dice: "Bueno, de tu gestión la verdad que no tengo nada que objetar, y más bien al contrario... pero hay algo que no me gusta de ti". Todos los presentes se quedaron atónitos, el Director, algo turbado, dice, "¿Y qué sería licenciado?". "¡Tus camisas!", responde Jesús, muerto de la risa, desatando la hilaridad de todos, y del director el que más. Así era Jesús González Armendáriz.
La última vez que lo vi caminando rumbo sus oficinas de Palacio Municipal de Tapachula, donde concertamos una cita, lo encontré atendiendo a campesinos de la zona alta del municipio, Salvador Urbina para ser precisos. "que tal Jorge como estas?, me preguntó con su característica risa a flor de labios. Siempre me saludaba así, pues me decía cada vez que nos encontrábamos, después de una muy breve conversación, le pregunté qué hacía para sobrellevar la coordinación con las demás dependencias municipales a fin de dar respuestas favorables como operador de las políticas internas del municipio del en ese entonces alcalde de Tapachula, Dr. Oscar Gurria Penagos QEPD, y si no temía equivocarse, sin ninguna preocupación. Me respondió: "Servir con lealtad, honestidad y franqueza es la mejor manera de servirle al Presidente Gurria"... se me quedó mirando algo socarrón y añadió..." ¡Aunque igual, no sabría de qué otra forma corresponder tanta confianza...!", terminó con su característica sonrisa. Más serio, me habló de su amor por su trabajo, y de lo bien tratado que se había sentido por parte del Dr. Gurría y demás autoridades del gobierno de Tapachula. Este pequeño gesto refleja cómo era este hombre bueno. Ya con las molestias de mal que le aquejo, siempre se levantaba de su lecho de enfermo, una de las últimas veces, para a agradecer la bondad de muchos huixtlecos que hoy lamentan su ausencia física.
Ahora, sólo quiero hacer lo mismo, en nombre de todos quienes lo conocimos. Gracias Jesús, por tu amistad, por tu cariñosa compañía, por ayudarnos a ser mejores personas, por tu fe, por dejarnos un recuerdo tan limpio, por tu sonrisa amplia y transparente, por tu risa fácil e inteligente, por tus consejos, Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de compartir gran parte de tu liderazgo político, por tus grupos de estudio y trabajo, por creer en la ética como disciplina de lo humano. Gracias. Dios bendiga tu camino. Hasta siempre mi querido Lic.
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