sábado, 30 de septiembre de 2017

EN MÉXICO, PARA RECIBIR EDUCACIÓN, HAY QUE LUCHAR POR ELLA EN LAS CALLES

Por Jassón Celis Córdova
En agosto de 2016, gracias a una atinada gestión de Antorcha Magisterial con el Secretario de Educación Pública, una comisión de estudiantes y maestros encabezada por el profesor Ulises Córdova, líder nacional de Antorcha Magisterial e Isaías Chanona, presidente nacional de nuestra federación, comenzamos a asistir a una serie de reuniones con funcionarios de todos niveles y responsabilidades de dicha dependencia, para (a decir de ellos) “solucionar las demandas” de ambas organizaciones sociales.
         No quiero explayarme narrando el calvario que significa reunirse con esos pájaros; simplemente diré que es imposible establecer un diálogo sensato y racional ya desde el momento de empezar a tratar con ellos y sentarse a dialogar cuerdamente. Sobre lo que sí quiero hacer hincapié es en lo depravadamente engorroso que resulta tratar de poner los asuntos en claro –desde el planteamiento mismo de los problemas, puesto que ellos manejan otro código de comunicación que no es nuestro idioma, tan claro y directo– y ya no digamos, proceder sobre una ruta sencilla, llana, para vislumbrar sus posibles soluciones. Tuvimos que ir a un sinnúmero de reuniones de “trabajo” (molesta solo recordarlas) en las que solo se nos daban largas y se frenaban nuestras peticiones por “falta de información” o por ser “improcedentes de acuerdo con la normativa”.
         Tras meses de esfuerzos inútiles de nuestra parte y de maniobras de ellos, decidimos acabar con ese inútil procedimiento y, hace algunos meses, tanto la FNERRR como Antorcha Magisterial los convocamos a todos ustedes, compañeros, para hacer pública nuestra inconformidad por la falta de soluciones, exponiendo nuestra problemática a los medios de comunicación y anunciando diversas movilizaciones en todo nuestro país. Fuimos convocados nuevamente por la SEP federal, con la promesa de que ahora sí se resolverían las demandas y de que de su parte “había voluntad” para resolver las demandas. ¡En mala hora hicimos caso de sus promesas y volvimos a reunirnos con ellos! Proponían el mismo procedimiento a través de las mismas farsas de reuniones. Para no caer en un eterno laberinto sin salida, les propusimos un pliego mínimo únicamente con las demandas más urgentes y, por tanto, impostergables. Su respuesta, que en el fondo ningunea e insulta a nuestra federación, fueron evasivas y largas peroratas técnicas.  Hemos llegado entonces, compañeros, a un punto de quiebre. ¡No nos queda otro recurso más que salir a las calles a exigir lo que por ley nos corresponde, por el simple hecho de ser mexicanos!
         La SEP (siglas a las que seguramente responde la abreviación de su verdadera función: “Secretaría de Embrutecimiento Proverbial”, o algo así) tiene al fondo de sus preocupaciones la educación para la gente. ¿Por qué? Porque nuestras exigencias son absolutamente legítimas y su solución es contundentemente necesaria. ¿Qué pedimos? ¡Claves para escuelas que ya funcionan –y con una matrícula importante de alumnos– en zonas donde no hay otra opción para estudiar! ¡Construcción o rehabilitación de espacios que funcionan en condiciones inconvenientes e incluso peligrosas para los alumnos que estudian y los docentes que laboran en ellas! ¡Plazas y horas para maestros que llevan hasta 20 años trabajando sin sueldo, por la caridad de los padres de familia! ¡Equipamiento para bibliotecas, aulas, y otros espacios educativos, porque “Primero el presente. Primero los niños”, dicen ellos!
         ¿Son demandas imposibles, “improcedentes”, abusivas? ¡Por supuesto que no! Lo que pasa en realidad es que este gobierno “se arrastra” (como dijo el poeta cubano, Nicolás Guillén): solo sabe dar muestras de ineptitud y de poca voluntad para cumplir con la tarea que el pueblo les dio al elegirlo su representante; vive tan apartado de los problemas reales de los mexicanos de a pie, que considera que es justificable negar condiciones aceptables de educación y darles carpetazo porque “no proceden”.
         Estamos en un punto en que el gobierno se ha olvidado totalmente que ellos son servidores públicos y que es su obligación solucionar las demandas del pueblo al que le deben rendir cuentas. Solo hay un pequeño detalle: ¡nosotros no nos hemos olvidado de ello! ¡Estamos plenamente conscientes de nuestros derechos y de que se pueden arrancar de las manos de aquellos que quieran acapararlos!
         Por eso, compañeros maestros, compañeros estudiantes de todo el país, jóvenes de las secundarias y preparatorias a cuyas escuelas la SEP no quiere darle mantenimiento, docentes que trabajan sin plaza y que transmiten sus conocimientos en condiciones verdaderamente precarias, ¡salgamos a la calle! ¡Manifestémonos públicamente con toda nuestra decisión, con toda nuestra voluntad, con todo nuestro arrojo! ¡Seamos siempre sabedores, estemos siempre convencidos de que “cuesta mucho educar a un hombre, pero cuesta más no hacerlo”! ¡Arrojémonos con denuedo, hombro con hombro, la FNERRR y Antorcha Magisterial, a la lucha firme por una mejor educación en nuestro país, hasta vencer! Esa es, por ahora, nuestra única posibilidad de un futuro mejor.

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