lunes, 24 de julio de 2017

¿MANLIO CANDIDATO? SÍ, PERO QUE EL PRI DIGA PRIMERO PARA QUÉ QUIERE SEGUIR GOBERNANDO

Al finalizar la primera quincena de agosto próximo, una vez concluidos los trabajos de la asamblea nacional priísta, Beltrones decidirá si participa en la lucha por la candidatura
Redacción Quihubole!!!
Por Juan Bustillos -  Julio 5, 2017 15920
No hay misterio en la respuesta que Manlio Fabio Beltrones dé a quien le pregunte si quiere o no ser candidato del PRI a la Presidencia de la República.
Desde luego que quiere, pero lo resolverá  dependiendo de que la asamblea nacional priísta del 12 de agosto dé respuesta a las preocupaciones de miles de militantes, en especial a la interrogante que hoy, como seis años atrás, él planteó. En 2011 preguntaba ¿para qué queremos ganar el gobierno?; hoy, ¿por qué queremos seguir gobernando?
Lo que dijo el 7 de septiembre de 2011 en otro contexto (era presidente del Senado y líder de la fracción priísta, y el país era gobernado por el panista Felipe Calderón) tiene vigencia hoy:
“En lo personal vengo manteniendo una posición: …primero es necesario sacar las reformas pendientes (se refería a la Reforma Política y a otras)… segundo, exigir que dentro de mi partido se inicie una discusión que nos lleve a definir qué queremos hacer si ganamos las elecciones del 2012; qué rumbo le queremos dar al país para que pueda resolver los problemas que tienen afligidos a los mexicanos: el desempleo, la inseguridad, la falta de crecimiento, que solamente pueden ser abordadas con las reformas.
“…a partir de todo ello habré de tomar una decisión, no antes”.
Igual hoy, si bien el contexto no es el mismo. El PRI ha perdido territorio y electores; su situación no se compara ni siquiera cuando perdió la Presidencia de la República en el 2000. Recién mantuvo el Estado de México gracias a sus aliados, de lo contrario la entidad estaría en manos de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, lo cual habría sido catastrófico para su participación en el 2018.
El escenario que se vaticina en la elección presidencial que viene es de una votación a tercios o a cuartos, dependiendo de las alianzas que consigan los partidos políticos, pero en cualquier caso el Jefe del Ejecutivo Federal quedará en manos de un Congreso mayoritariamente contrario.
Beltrones tuvo la virtud de otear el porvenir y por eso el 14 de septiembre de 2011 propuso al Senado la creación de gobiernos de coalición para que “en el futuro, la Constitución pueda prever que gobiernos que se instalen con la votación… que lo han hecho los últimos gobiernos -menor a 50%-, tengan la posibilidad de contar con un instrumento alternativo para gobernar en coalición”.
En aquel tiempo el senador Beltrones fustigaba la concepción calderonista de integrar su gobierno con “cuates y cuotas”; hoy sostiene que mediante la ratificación del gabinete por parte del Senado “se asegurará la calidad del conocimiento de quienes integren el gobierno… nunca más una escuela de aprendices, eso es importante, si se llega al gobierno es para poder hacer funcionar el gobierno, no para llegar a aprender”. 
Según su concepción original, la formación de un gobierno de coalición “es totalmente distinta a la integración de individuos al gabinete de procedencia o filiación partidista o ideológica diversa u opositora al gabinete, pues la primera tiene un carácter institucional y democrático, mientras que la segunda se desarrolla en el plano individual, sin concierto alguno entre fuerzas políticas, en aras de la consolidación de gobiernos compartidos”.
El problema es que los gobiernos de coalición seguirán siendo optativos de quien gane la Presidencia si la actual Legislatura no se da tiempo para aprobar las leyes reglamentarias. En realidad nada indica que haya urgencia de legislar.
Al finalizar la primera quincena de agosto próximo, una vez concluidos los trabajos de la asamblea nacional priísta, Beltrones decidirá si participa en la lucha por la candidatura.
Si hay respuesta a sus preguntas y a las preocupaciones que comparte con miles de militantes, lo hará en desventaja, sin más trampolín que su condición de consejero nacional, pero apoyado en su prestigio y el convencimiento de los priístas que es uno de ellos.

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