lunes, 8 de febrero de 2016

FRAUDE CONSUMADO EN LA UNIVERSIDAD DE CIENCIAS Y ARTES DE CHIAPAS

ROBERTO DOMÍNGUEZ CASTELLANOS, RECTOR IMPUESTO 12 AÑOS
Roberto Domínguez Castellanos procede de lo más detestable de la política chiapaneca
Por Roberto Domínguez Cortés   
FEBRERO 6, 2016 61.- En una decisión sin precedente, la Junta Directiva de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas designó, para un tercer periodo, a Roberto Domínguez Castellanos.  Si logra terminar esa nueva nominación, completará 12 años como rector impuesto, un antecedente jamás visto en ninguna universidad pública del país. 
Con ello, Domínguez Castellanos supera a tan prestigiosos académicos y políticos, como Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles, que apenas estuvieron ocho años al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México.  Sólo que un rectorado tan antiguo, tal vez el más caduco en México, se sustenta en el autoritarismo y la represión, y se vislumbra con incertidumbre para el futuro. 
Domínguez Castellanos procede de lo más detestable de la política chiapaneca.  Desde su primer periodo llegó con el estigma de la ilegalidad y la ilegitimidad.  Impuesto por el consumado delincuente Juan Sabines Guerrero, pasó por encima de maestros universitarios con mejores credenciales y mayores méritos académicos. 
Bajo esa perspectiva se entiende que el tres veces rector no podía aspirar a convertirse en dirigente de una universidad.  Sus antecedentes le negaban esa posibilidad.  Siempre estuvo al servicio de la política y de la administración pública, como diputado federal y local y presidente del PRI en el estado de Chiapas.  Y no sólo logró convertirse en rector, sino que, por segunda ocasión, el gobernante alcohólico y drogadicto volvió a imponerlo ante una dócil Junta Directiva sin voz ni voto para asumir su verdadera responsabilidad electora. 
Las tres rectorías de Domínguez Castellanos jamás han sido producto del consenso universitario.  Sólo que con este tercer mandato llega con el mayor repudio y descontento de la comunidad universitaria.  Así queda de manifiesto en el comunicado que los maestros de la escuela de Artes, entre otros destacados catedráticos  René Correa Enríquez, Zulema Gutiérrez Calvo y Fernando Arreola Merino, dirigieron a la “Honorable” Junta Directa de la Universidad para cuestionar la tercera imposición de Domínguez Castellanos. 
El documento no tiene desperdicio y es una severa advertencia de las graves violaciones a la Ley Orgánica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas para sostener en el cargo al que ahora califican como espurio rector.  En colaboración anterior se documentó la amplia interpretación de la convocatoria y del artículo 22 de la Ley Orgánica que hizo, a conveniencia, la Junta Directiva, con el ánimo de favorecer a Domínguez Castellanos sobre sus otros oponentes. 
Sólo dos comentarios: La convocatoria no convoca (valga la redundancia) a reelección para nombrar rector, sino únicamente a elección, pero además de la interpretación estricta de la ley, la reelección, aun cuando estuviera prevista, se restringe a sólo una.  De otra manera, esta segunda reelección dejaría abierta la posibilidad de reelecciones indefinidas, como lo concibieron Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón en 1927.  Al final, el sistema político mexicano se deshizo de Obregón y Calles. 
Domínguez Castellanos hizo también su parte para continuar como rector impuesto.  Contra la ley, deliberadamente, se abstuvo de sustituir, cada año, al miembro más antiguo de la Junta Directiva.  Esa generosidad se vería recompensada a la hora de votar con miembros bastante agradecidos y sumisos, pero que también exhibía con mayor rigor y aspereza la connivencia fraudulenta para erigirse en rector. 
El fraude unicachense fue todavía más evidente por la forma en que Domínguez Castellanos protestó “guardar y hacer guardar la Constitución” y las leyes que de ella emanen.  Clandestinamente, entre la noche del 29 y la madrugada del 30 de enero, la Junta Directiva, a escondidas, le tomó el juramento, en lugar de hacerlo de frente y de día, y con el aval de maestros y estudiante.  No lo hizo porque su nula autoridad moral se lo impedía. 
Sostenerse en contra de la comunidad universitaria y del estudiantado es un mal augurio para un rector espurio.  Por anticipado puede vaticinarse que un tercer rectorato no podrá concluirse de manera pacífica, y por consenso.  No tardarán en llegar las protestas de maestros y alumnos inconformes por una pésima decisión que lesiona profundamente el ambiente universitario. 
Sin el más mínimo recato, la intervención directa y abierta del secretario de Gobierno ensució todavía más un proceso que debió de haber sido autónomo y sin injerencia del poder.  El inútil de Juan Carlos Gómez Aranda citó a los integrantes de la Junta Directiva para expresarles que el beneficiario de los destinos de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas sería, otra vez, el ya ocho años rector. 
Con esa determinación se pagaba a Domínguez Castellanos el altísimo precio para la autonomía universitaria, en su frustrado intento de convertirse, por segunda ocasión, en presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Chiapas. 
Siempre se supo que de los militantes propuestos para dirigir el PRI, el más viable era Domínguez Castellanos, y así se conducía, en abierto proselitismo rumbo a su segunda nominación partidista.  Es evidente que las condiciones políticas cambiaron y que la nueva oferta era convertirlo por tercer cuatrienio en rector por su disciplina de haberse alineado y abdicar a la dirigencia priísta que buscó y no obtuvo. 
La buena noticia viene cuando se abre la posibilidad de que cualquiera de los aspirantes que compitió para rector puede recurrir a la vía del amparo para combatir esa imposición y obligar a la renuncia o destitución de  Domínguez Castellanos. Incluso, no se descarta la procedencia  del juicio político si se comprueba que Domínguez Castellanos, al aceptar una segunda reelección, en violación de la Constitución y la ley, actuó de tal manera que su conducta se encuadra en faltas u omisiones que redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales y de su buen despacho.
Así, pues, todo parece indicar que por la inconformidad universitaria y la violación premeditada de la ley, Domínguez Castellanos no concluirá su tercer periodo.  Ampliaremos…

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