Pobreza…
Te vi sacar mis muebles a la calle:
los hombres los dejaban caer como pedradas.
Tú, con amor horrible,
de un montón de abandono
en medio de la calle y de la lluvia
ibas haciendo un trono desdentado
y mirando a los pobres recogías
mi último plato haciéndolo diadema…
(Pablo Neruda)
Tijuana, BC.- A la calle, destrozando a patadas o con maquinaria pesada las humildes
viviendas que habían construido, en un operativo de más de 300 elementos
policiacos, fueron lanzadas 200 o 300 familias -el número varía en las
versiones periodísticas que pude consultar- de la zona conocida como Cerro de
las Abejas en el este de Tijuana. En la segunda semana de junio de este año,
dicho cerro se empezó a colorear con lonas, plásticos, cobijas o madera de
deshecho que les sirvieron a los que se aventuraron a ocupar un lote con la
esperanza de iniciar o ampliar su patrimonio. Cuadriculado con rayas de cal,
las imágenes del Cerro de las Abejas aparecieron en la televisión y en medios
digitales e impresos, generando reacciones que fueron desde la simpatía
solidaria de quienes identificaban a los invasores como personas necesitadas de
un techo para sus familias, criticando al mismo tiempo al gobierno por no
apoyar a la gente trabajadora, que recibe salarios de hambre para que tenga una
vivienda digna, hasta las opiniones condenatorias, descalificaciones absolutas
de los que los calificaron de vulgares ambiciosos, que ya tenían casa y que
llegaban en unos “carrazos de lujo”, por lo que lo único que se merecían era el
desalojo inmediato; otros más aseveraron que los invasores eran manipulados por
individuos sin escrúpulos que les estaban sacando dinero, por lo cual eran
víctimas tanto de la injusta desigualdad y los salarios raquíticos que le
impiden hacerse de un hogar propio, como de los que se aprovechan de su
necesidad para engañarlos, incluso, poniéndolos en peligro.
No cuento con la información suficiente para opinar sobre la composición
socioeconómica de quienes ocuparon la zona mencionada, ni mucho menos para
emitir un juicio sobre su organización (si es que la tenían) y la conducta de
los posibles líderes, a los cuales tampoco conozco. Lo que sí podemos aseverar,
sin lugar a dudas, es:
Primero. Que la necesidad de vivienda para miles de familias trabajadoras
en Tijuana y en Mexicali, Baja California, principalmente, sigue creciendo
exponencialmente sin que las autoridades estatales y municipales hagan
prácticamente nada al respecto, eludiendo su obligación política, social y
moral de generar programas de vivienda para hacer realidad el derecho a la
vivienda consagrado en el Artículo 5º Constitucional.
Segundo. Que las omisiones oficiales, la inacción gubernamental en
materia de vivienda ha propiciado que miles de bajacalifornianos sean víctimas
de fraudes de todo tipo, desde los que cometen inmobiliarias y fraccionadores
irregulares, hasta los que realizan los que saquean a los más desesperados que
se arriesgan a invadir cobrándoles por el supuesto derecho a hacerlo. Lo quiera
o no, lo sepa o no, aunque en lo personal creo que son conscientes de esta
realidad, es el gobierno el principal promotor de fraudes e invasiones, en las
que quienes terminan pagando los platos rotos son las familias más pobres.
Tercero. Que es urgente que se impulsen programas amplios y suficientes
para abatir el rezago acumulado en materia de vivienda para los que laboran en
las maquilas, en el comercio ambulante, en restaurantes, transporte público,
hoteles, talleres de todo tipo, para todos los que se siguen sumando a la población
del estado para aportar su esfuerzo a la economía local. Las nuevas
autoridades, tan solo para el caso de Tijuana, deben proponer al menos 20 mil
acciones de lotes de interés social, así como un ambicioso programa de
regularización y titulación de la vivienda.
Cuarto. Que el desalojo de cientos de familias del Cerro de las Abejas
desmintió absolutamente a todos los que sostenían que los gobiernos morenistas
no se atreverían a ejecutar esa acción represiva, si bien es cierto que debe
reconocerse que insistieron en disuadir a los invasores de que abandonara la
propiedad por propia voluntad, para lo cual ofrecieron apoyar con lotes a los
que verdaderamente lo necesitaran.
Quinto y último. Las invasiones en diversos rumbos de Tijuana, que sólo
han generado incertidumbre y no han culminado en la consolidación de nuevas
colonias populares que cada día mejoren las condiciones de vida de sus
habitantes, junto con el reciente desalojo que comentamos, confirman que en
Baja California la única organización que limpia, consecuente e
inteligentemente ha encabezado con éxito la lucha por la vivienda popular, al
menos en los últimos 20 años, es el Movimiento Antorchista Nacional, que a base
de la unidad y la acción coordinada de los que carecen de un pedacito de México
para levantar el techo de sus familias ha logrado que miles consigan lotes o
mejoren sus casas. Por ello es que la única conclusión útil y necesaria es el
llamado a que los desalojados del Cerro de las Abejas y todos aquellos que
realmente necesiten un lote a bajo costo se sumen a las filas y a la lucha
antorchista. Ya lo dijo el más sabio de los dirigentes que ha parido el pueblo:
la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma.
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