PUEBLA
Redacción/Quihubole!!!
HUITZILAN
DE SERDÁN.- Como después de 45 días del asesinato de Manuel Hernández Pasión,
presidente municipal de Huitzilan de Serdán, Puebla, la Fiscalía General del
estado no daba señales de querer hacer justicia, el Movimiento Antorchista
Nacional inició una campaña de prensa para denunciar esa pasividad y exigir
castigo a los culpables. Esto desató una catarata de declaraciones deleznables,
falsas y contradictorias, que buscan oscurecer la verdad de los hechos y
convertir a las víctimas en culpables para favorecer a los verdaderos
delincuentes.
La primera de estas notas es la aparecida en la cuenta de
Facebook “de un humilde ciudadano” llamado Víctor Medrano que, de entrada,
afirma: “Los dueños de la mafia antorchista (…) encabezada por su líder
vitalicio Aquiles Córdova Morán, en los últimos días y a través de diversos
medios han intentado chantajear al gobierno poblano (…) para que detenga a los
asesinos de Manuel Hernández Pasión y ponga un alto a la supuesta serie de
persecuciones políticas sufridas en su contra” (sic). A pesar de su brevedad y
de la modestia del medio que la pública, esta cita está cargada de ominosas
amenazas.
Lo primero que hay que subrayar es lo de “mafia
antorchista”. Al parecer, es la nueva etiqueta que han inventado los enemigos
del antorchismo para insultarlo y denigrarlo, tal vez advertidos ya del
desgaste y la ineficacia de sus anteriores engendros mentales: “grupo
paramilitar”, “grupo de choque” y “brazo armado del PRI”. Ahora somos, simple y
sencillamente, una “mafia”. Pero lo más significativo es la coincidencia del
calificativo usado por Medrano con el empleado por Alonso Aco Cortés, uno de
los sospechosos del asesinato de Manuel Hernández, quien, en el sainete
ridículo que montó en la H. Cámara de Diputados, nos acusó exactamente de lo
mismo; nos llamó “mafia” para respaldar su torpe afirmación de que nosotros
mismos somos los asesinos del presidente de Huitzilan. No parece que esto sea
una simple coincidencia. Lo segundo que llama la atención es la acusación de
“chantaje al gobierno poblano” para obligarlo a cumplir con la ley. Esto obliga
a preguntarse por qué “un humilde ciudadano” como Medrano se siente obligado a
defender al Gobierno ante ciudadanos que solo defienden su elemental derecho a
la justicia.
¿No parece esto más bien la actitud propia de un peón
mediático contratado por las autoridades para combatir a sus opositores
molestos? Lo tercero que destaca es la arbitraria negación de legitimidad de
nuestras denuncias de atentados sufridos por antorchistas poblanos en los
últimos meses, mismas que permanecen en total impunidad a causa de la pasividad
de las autoridades. Es claro que, también aquí, se trata de defender a toda
costa lo indefendible, de justificar la inacción de la justicia poblana. Vuelve
a ponerse de manifiesto, pues, el carácter de esbirro mediático de Medrano.
Pero el señor va más allá. “… creo firmemente –dice– que
los supuestos allanamientos que tanto pregonan estos mesías alados (…) no son
sino montajes perpetrados por ellos mismos para hacerse las víctimas…”. Este
modo de “razonar” es exactamente el mismo que Alonso Aco viene aplicando, una y
otra vez, antes y después del asesinato de Manuel. En efecto, el 12 de enero de
2016, el diario La Jornada de Oriente cabeceó así una nota: “Advierte Comité de
Huitzilan que AC podría atentar contra sus propios militantes”; y ya en el
cuerpo de la nota, el Comité (que no es más que el taparrabo de Alonso Aco, el
cura Martín Hernández y sus incondicionales) dice textualmente: “Por último les
decimos, con todo el respeto que se merecen: cuídense mucho, no vaya a ser que
alguien de ustedes aparezca por ahí muerto o mal herido para inculpar a otros”.
A la luz de los hechos, queda perfectamente clara la intención de este “aviso”:
anticipar la coartada de culpar a sus propios compañeros para el momento en que
el asesinato de Manuel fuera un hecho. Aquí se podría aplicar aquello de que
“adivinar lo que es imposible adivinar es confesar anticipadamente lo que se
piensa llevar a cabo”. Y queda claro también, por tanto, lo que persigue Víctor
Medrano imitando a Aco: exculpar a los agresores de los antorchistas y a
quienes se niegan a aplicar la ley para hacerles justicia.
Para demostrar la “falsedad” de nuestras denuncias, dice
Medrano: Segundo, “el domicilio del líder de Texmelucan, por cierto primo hermano
del ex diputado federal Lisandro Campos Córdova, sobrino de Aquiles Córdova;
(…)”. Tercero y la cereza del pastel “(…), el supuesto allanamiento violento de
la casa de Perla Margarita hija de Perseo Córdova y sobrina del dueño de la
mafia”. La “refutación”, pues, descansa casi enteramente en hacer público el
parentesco de las víctimas (asunto del cual, además, jamás hemos hecho un
secreto, puesto que no hay razón para ello) mezclando incluso a personas que
nada tienen que ver en el crimen de Manuel, como el ex diputado Lisandro Campos
o Perseo y su hija Perla Margarita. Aquí, el “humilde ciudadano” se muestra tan
informado como la Fiscalía poblana; y la pregunta forzosa es: ¿cómo le hace?
¿De dónde saca la información que maneja? ¿Se dedica a espiar la vida privada
de los ciudadanos? La respuesta parece más bien obvia: es el propio gobierno, a
cuyo servicio parece estar Medrano, quien le da las armas para ejercer su
oficio. No se trata, pues, de una abusiva exhibición de la vida privada de los
Córdova Morán; el alarde debe entenderse como una amenaza: Sépanlo: los tenemos
vigilados; lo sabemos todo de ustedes; podemos actuar en su contra cuando lo
decidamos.
Termino con Víctor Medrano: su libelo acaba reclamando
castigo para los asesinos de Manuel, pero solo como un subterfugio, como punto
de apoyo para poder exigir: a) que se investigue y castigue el enriquecimiento
ilícito de los antorchistas y sus prestanombres; b) la ordeña de recursos
federales de los diputados antorchistas que van a parar a manos de Perseo
Córdova, padre de Perla Margarita y hermano de Aquiles; c) las empresas de la
familia Córdova Morán que evaden impuestos por millones de pesos; y c) el nexo
de los líderes antorchistas con los cárteles del narco y el lavado de dinero.
Todo este rosario de infamias sin fundamento tiene, otra vez, el objeto
evidente de amenazar a quienes piden justicia; es una manera elíptica de
decirles: vean cuántos delitos les podemos prefabricar para hundirlos en la
cárcel de por vida si insisten en su demanda de castigo para los asesinos de
Manuel Hernández Pasión. Víctor Medrano, pues, es un seudónimo de las fuerzas
represivas poblanas.
Después del ataque de Medrano, la Fiscalía poblana
declaró a la prensa que tiene identificados a los responsables materiales del
asesinato de Manuel, aunque, curiosamente, no da sus nombres completos (ni de
la víctima ni de los victimarios), es decir, calla los apellidos con la
consabida “N” de dato desconocido. Y, curiosamente también, el comunicado
termina pidiendo a quien conozca el paradero de los asesinos, lo “haga del
conocimiento del Ministerio Público”. A los dirigentes antorchistas de Puebla
les consta de primera mano que nombres completos y paradero de los asesinos
eran del pleno conocimiento de las autoridades a las pocas horas de cometido el
asesinato; sorprende, por eso, que se hayan tardado tanto en aceptarlo
públicamente y de manera incompleta; y sorprende más aún el llamado de auxilio
al público, porque es un indicio claro de que alguien dejó escapar a los
asesinos o de que se les está dando aviso oportuno para que lo hagan. Sea como
fuere, es obvio que el comunicado de la Fiscalía no es justicia, sino un poco
de atole con el dedo. Un servicio cierto, sin embargo, presta la información
amañada de la Fiscalía: demuestra de forma contundente e irrefutable la
falsedad y perversidad de quienes han venido afirmando que al presidente de
Huitzilan lo mataron sus propios compañeros antorchistas.
El 29 de noviembre, el portal de noticias
diariocambio.com.mx cabeceó: “Antorchistas han presionado para que no se
conozcan los asesinos del edil de Huitzilan: Alonso Aco”. Y a continuación: “Se
tardaron mucho en dar a conocer los nombres y lo que se teme es que ese
tardarse tanto tenga que ver con fabricar chivos expiatorios, sobre todo de los
autores intelectuales”. Aco tiene miedo de que las investigaciones pongan al
descubierto su papel en el complot que mató a Manuel, y para curarse en salud,
se da de bofetadas con los hechos y hasta con sus defensores de paga, como
Medrano, quien nos acusa precisamente de lo contrario, de “chantajear al
gobierno poblano” para obligarlo a castigar a los asesinos. ¿A quién le
creemos? La Jornada de Oriente, a su vez, dijo en la misma fecha que el dar a
conocer los nombres de los asesinos es un error de la Fiscalía, ya que “los
supuestos delincuentes” podrían argumentar que su exhibición previa es una
falta al debido proceso”. ¿Es un consejo anticipado a los asesinos para burlar
la ley?
Pero el comunicado de la Fiscalía también dio pie para
que varios portales de noticias dieran los nombres completos de los asesinos y
señalaran puntualmente su cercano parentesco con Guillermo Lobato Toral,
presidente municipal de Zacapoaxtla, Puebla, cosa que la Fiscalía sabía con
seguridad a las pocas horas del crimen. Pregunta: ¿es por eso que se ocultaron
los apellidos de los asesinos? Porque es claro que, establecida la relación de
Lobato Toral con ellos, se está a un paso de conocer a sus cómplices y
protectores si la ley se decide a sacudir enérgicamente el árbol completo. ¿A
eso le teme el Gobierno poblano? ¿A eso se debe la confusa mezcla de pequeñas
verdades y mentiras gigantes y el torrente de declaraciones confusas y
contradictorias? ¿Se quiere impedir a toda costa un triunfo moral completo de
los antorchistas si se descubre la verdad, y la vergonzosa derrota total de sus
calumniadores de hoy y de siempre?
Pensando en todo esto, el antorchismo nacional se prepara para una
protesta más enérgica y masiva en caso de que sigan las amenazas, la confusión
y la falta de voluntad para esclarecer la verdad. Repito que no culpamos
arbitraria y caprichosamente a nadie, ni buscamos castigo para nadie al margen
de los hechos y pruebas fehacientes que arroje la investigación. Tales
actitudes viles y deshumanizadas, bestiales, se las dejamos a quienes están
dispuestos a todo con tal de salvaguardar sus intereses inconfesables. Ese no
es nuestro caso.