UNA HISTORIA DE AMOR COMO NINGUNA.
+ La
conocí un domingo; hablamos de pasión…
+
Algo en el tiempo que ha durado 50 años…
+ Un
día de carnaval emprendimos este camino de luz…
+
Dedicado este día al cumpleaños de Doña Lilia…
Ruperto Portela Alvarado.
FELIZ CUMPLEAÑOS, DOÑA LILIA…
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas. Sábado 11 de Abril de 2020.- Como
dice la canción: “la conocí un domingo; hablamos de pasión, le pregunté
su nombre, y muchas cosas más. El lunes fue un fracaso, no vino ya lo sé; pero
al otro domingo, de nuevo la encontré… Y así comienza nuestro amor, de
primavera…”
Era un domingo de carnaval en el mes de mayo. Ahí la vi por primera vez. Una
niña de 15 años de carita angelical, que vestía con galanura una trajecito de
blusa blanca con un chalequito y pantalones color guinda-morado que le
asentaban a su belleza. Yo, rondaba los 19 años y vestía ese día un pantalón de
casimir café que me mandaba a confeccionar mi hermano Cecilio “Chilo”
Portela Alvarado con Carlos “Culipio” El Sastre, y una
camisa chazarilla color cremita que le había comprado a crédito a David
Martínez Reynoso, yerno de doña Andrea Arano dueña del
restaurante “Andreita”.
Por
eso esta “es la historia de un amor, como no habrá otro igual, que lo
supo comprender, todo el bien, todo mal; que le dio luz a mí vida…” y
aquí estamos celebrando el cumpleaños de ella, de mi esposa doña Lilia Hernández
González. Una luz que ha estado encendida por medio siglo desde que la
conocí. Alborada que nos cobijó al amanecer de nuestras vidas y que hoy al
atardecer seguimos disfrutando juntos.
Sí me acuerdo, estábamos en el baile de carnaval en Alvarado que se celebraba
en el muro marginal, detrás del boulevard Juan Soto, precisamente en la
prolongación de la Calle Madero, adelantito donde estaba el billar “La
Prepa”. Fue entonces cuando llegamos a lugar mis amigos José Sotero
Silva Herrera (+), Manuel Rascón Arano y yo.
Entonces
me percaté que mí también entrañable amigo de la infancia y compañero en la
escuela primaria “Benito Juárez” y la secundaria “Marco
Antonio Muñoz”, Rafael Figueroa Zamorano “La
Pulga” bailaba con una preciosa niña quinceañera, de la que me prendí
y decidir bailar con ella. Acordé con Sotero y Manuel para
que al empezar a tocar el conjunto “Puerto Rico” de don José
González Quintana, mejor conocido como “El Negro Mambo”, me lo
quitaran del camino y así fue como empecé a bailar con ella, que al preguntarle
me dijo que se llamaba Lilia.
De ahí empecé un peregrinar y persecución hasta que la “niña bonita” decidió
ser mi novia; una relación que duró más de cuatro años, hasta que por
intermediación de otras gentes que querían separarnos y a ella mandarla a la
Ciudad de México, tomamos la decisión de “huirnos” un sábado
29 de diciembre de 1974, sin pensar en las consecuencias de restricciones
económica y lugar donde vivir.
Era tiempos del romanticismo, de las “manos sudadas”, el noviazgo
de lejitos y así pasamos muchas tardes en su casa de Paso Nacional –detrás de
la Telesecundaria—con la amabilidad de su abuelito Juan González y
su mamá, doña Fortunata González. Quiero decirles, que mientras
muchos hablan mal de las suegras, yo puedo decir lo contrario porque “Doña
Nata” como le decíamos de cariño, fue una buena mujer; alejada de todo
perjuicio, honesta y recatada, con quien tuve una relación de cariño, respeto y
coincidencias.
En el seno de ese hogar que gobernaba doña Fortunata, fui recibido
con buenos modos y atenciones. No tengo más que decirle, gracias por todo lo
bueno que compartimos. Claro que a mí ya me conocían por parte de mi
mamá, Doña Goya, que era la conserje de la escuela primaria “Marco
Antonio Muñoz” de Paso Nacional, Alvarado y yo la ayudaba a barrer los
salones.
En ese tiempo, por el mes de diciembre, se casó mi hermano Cecilio
“Chilo” Portela Alvarado con Mireya González y a esa
fiesta asistí acompañado de Lilia que ya era mi novia. Ella,
vestida impecable y siempre linda, asombró a la gente, al grado que una
pariente mía llegada del Puerto de Veracruz, se atrevió a calificarnos
como “la bella y la bestia”. No me incomodé porque en algo tenía
razón. Yo encarnaba a la bestia y ella “La Flor Más Bella del Ejido”,
como yo le decía. Bueno, sigue siendo una mujer hermosa y bonita a la que hoy
le festejamos su cumpleaños.
La historia de amor no es siempre dulce, porque hay tiempos amargos. Nos fuimos
el mero día en que en Alvarado se celebraba el baile con el conjunto musical
veracruzano “Los Joao”. Paramos en Veracruz en la casa de mi
hermano Daniel Portela Alvarado, donde estuvimos casi un año y le
agradezco todo el apoyo desde que llegué a estudiar periodismo. Luego nos
fuimos a la casa de mis papás y otros días con mi primo Rafael “Fallo”
Noguerola Sánchez, quien siempre ha sido muy diligente conmigo. De ahí a la
casa de su mamá, doña Fortunata.
Todo ese año de 1975 en que salí del “Diario La Nación” y me
fui a Alvarado, anduve trabajando de peón de albañil y por las tardes a pescar
camarón prieto en la “Laguna del Picacho” que ya no existe, de
la comunidad de la Trocha. Entonces ya se nos había muerto nuestro primer
hijo, que fue una amargura que todavía es parte del recuerdo adverso.
Fue cuando a mediados del mes de mayo, me avisaron que me presentara a la
Facultad de Periodismo –hoy de Ciencias de la Comunicación—para ofrecerme venir
al Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez donde llegué el 7 de junio de 1976. Así
comenzó otra parte de esta historia que estoy contando. Y la fuimos llevando
hasta llegar en 2019 a los 45 años de casados.
Pero hoy es un día grande, donde la bandera ondea a toda asta por el cumpleaños
de mi esposa doña Lilia Hernández González a quien hace unos
año le escribí una canción que le entregué a Reyes Cano Santos, “El
Loco Cano” para que le pusiera música y cantársela a mi esposa en su
mero día de natalicio, pero nunca la musicalizó.
Por eso hoy le entrego de regalo esta canción, de manera pública y con la
presencia de todos ustedes, nuestros hijos José Vinicio y Anna
Lilia Portela Hernández; mis nietos, Luis Adrián y Luis
Ángel; Ariadna Miztli y Vinicio Alejandro,
todos en comunidad. Por supuesto que también con mis yernos, Adriana
Esquinca y Luis Rueda Castillejos.
Y ME
ENAMORÉ DE TI…
Me
enamoré de ti
Con
mi conocimiento;
Me
enamoré de ti,
Es
lo que más siento.
Porque
eres tú,
La
parte de mi vida
Que
hacía falta llegar,
Como
mi consentida.
Me
enamoré de ti,
Porque
sin conocerte,
Ya
te concebía en mí;
Porque
eres la mujer
Que
a mi pasión vendría.
No
sé decirte ya,
Como
me siento;
Cerca
de ti,
En
el firmamento.
Vuelvo
a repetir feliz,
Que
eres todo en mi vida;
Que
doy todo por ti,
Sin
miedo a lo que digan.
Estoy
contigo hoy;
Estaré
contigo mañana;
No
me voy a ir,
Si
tú a mí me dices
Ahora,
Que
me amas.
Déjame
llegar,
A tu
sentimiento; a
A tu
corazón
En
todo momento.
No
te vayas a ir,
Porque
me muero;
Ven
otra vez a mí,
Por
lo que tanto quiero.
Me
enamoré de ti,
Con
mi consentimiento;
Es
lo que más siento,
Porque
eres tú,
La
parte de mi vida,
Que
hacía falta llegar;
Como
mi consentida…
Feliz
cumpleaños doña Lilia, esposa mía; madre de mis hijos y abuela de nuestros
nietos...
LA REDACCIÓN:
El amor es un sendero que se recorre despacio, disfrutando de cada paso. hace ya cincuenta años que iniciaron juntos el camino, con los años llegaron los hijos y mas tarde los nietos. Hoy nos comparten lo que han luchado para lograr una felicidad, como bien dicen, nunca termina. Esta casa editora les desea a la Señora Lilia ¡Muchas felicidade por su cumpleaños! y a nuestro amigo Ruperto, igual, ¡Muchas felicidades por tan ejemplar matrimonio! Dios les siga bendiciendo por siempre.
LA REDACCIÓN:
El amor es un sendero que se recorre despacio, disfrutando de cada paso. hace ya cincuenta años que iniciaron juntos el camino, con los años llegaron los hijos y mas tarde los nietos. Hoy nos comparten lo que han luchado para lograr una felicidad, como bien dicen, nunca termina. Esta casa editora les desea a la Señora Lilia ¡Muchas felicidade por su cumpleaños! y a nuestro amigo Ruperto, igual, ¡Muchas felicidades por tan ejemplar matrimonio! Dios les siga bendiciendo por siempre.