Por:
Steven Sxkovedo
Redacción/Quihubole!!!
TIJUANA,
a 7 de enero de 2019.- “Regreso por la revancha a mi natal Huixtla, después de muchos
años de vivir fuera de la Ciudad de la Piedra, vuelvo a mi tierra para jugar al
trompo como cuando era niño”, de seguro eso es lo que le hará recordar su niñez
a mi padre al pasar por la que durante seis años fue su escuela. La Escuela
Primaria del Estado Dr. Belisario Domínguez Palencia. 1960-1966.
El
tiempo no mermó mi destreza –modesto el– para este juego: el trozo de
madera con formas onduladas bailó en mi mano jugando “matoyo”, un juego autóctono
de antaño en todo el Soconusco y estado de Chiapas que se está olvidando, pareciera
escuchar a ni viejo.
“Lance
el trompo y éste se movió con gracia que luego saque del círculo, pintado en la
tierra con una vara, las tres monedas que ahí se habían puesto exprofeso para
esto, pero lo mejor fue sacar otro trompo que había quedado encerrado. Esa
hazaña me llevó a conseguir la victoria, y por supuesto, quedarme con el
trofeo. El trompo", me confió emocionado.
En
nuestra infancia, muchos como yo que ya pintamos canas nunca paso por nuestra
mente divertirnos, jugar menos, con videojuegos, ni en sueños. Nosotros a diferencia de los
niños de hoy, nos hicimos expertos en el trompo, el tiro al blanco con
resortera y en volar barriletes. Por eso, después de vivir casi un buen rato en el norte, vuelvo para demostrar a mis viejos contrincantes que “lo que
bien se aprende, nunca se olvida”, ilustró mi viejo ya estando en su Huixtla del alma.
El
trompo, el tiro al blanco con resortera, hacer capiruchos con el balero y volar
barriletes son algunos de los juegos autóctonos que tiene nuestra añorada
Huixtla y que aún se practican en los pueblos y barrios de la zona alta y baja
del municipio, pero lo que es en la cabecera municipal, tristemente, poco a poco se van perdiendo
esas tradiciones de las que comenta mi padre.
Juegos de niños que
ya no juegan
Cuenta
mi padre que jugar con los aros era sumamente divertido para todo niño. Esto se
debía a que ellos podía correr de un lado a otro, durante varias horas con sus
aros sin peligro de ser atropellados por los cafres del volante como hoy en día aparecen por donde uno menos se imagina.
Este era un juego en
el que los niños debían recorrer en su alrededor con obstáculos “pilotando” sus
rueditas –que cualquier mecánico se los regalaba– para que no chocaran con nada
ni nadie. Era más que una competencia, era un reto de niño en el que la diversión
estaba totalmente avalada, incluso hasta era divertida para nuestros padres, dijo mi padre.
Calienta manos es otro
de los juegos de niños que ya no se juegan, según comenta mi padre y es que debería
colocarse uno frente a otro amiguito para intentar tocar sus manos mientras el
otro trataba de sacarlas en el momento preciso.
La rapidez y la concentración
era lo que se desarrollaba en el juego del “calienta manos”, un juego de niños que
requería la participación de otro amiguito y el que lograra tocar más veces las
manos del contrincante ese era el ganador.
Las canicas
El juegos de niños
tradicional de las que ya frisan "los 60 y pico" años o más, agrega riendo mi padre, eran los juegos de
canicas, tal vez sea uno de los más famosos en todo el mundo, entre los
distintos juegos que existían era el de las canicas en el ruedo, uno de los más
populares debido a sus sencillas reglas y a su emoción permanente.
Las canicas, es otro
de los juegos de niños antaño que se ha mantenido vigente a lo largo de los
años, a pesar de todos los adelantos tecnológicos, los niños de hoy en día aún
se divierten mucho con las canicas.
Rayuela era otro juego
de niños que se jugaba al aire libre, mismo que con el uso de una tiza, una
piedra o un ladrillo se marcaban los cuadros de las casilla que uno saltaba lo
que nos brindaban un momento entretenido con los compañeritos de escuela.
La tiza servía
para dibujar los recuadros con los números ubicados en esa misma posición, empezaba
uno a divertirse y a mantener tu equilibrio con rayuela, un juego de niños
tradicionales que a pesar de la nueva tecnología es considerada la actividad preferida de los niños, pero que también esta quedando en el olvido me
comenta mi padre con melancolía.
Lamentablemente ahora que también estuve en la ciudad de la piedra constate que no existe un programa o presupuesto etiquetado
para la promoción y preservación de juegos autóctonos que solamente los niños de las comunidades mas vulnerables los juegan como por decir los papalotes, el trompo, la
resortera, la rayuela, las canicas, la matatena, el aro, los que se empiezan a olvidar, a excepción del barrilete que promovieron uno que otro ex candidatos.
Sin
embargo, es importante señalar que en algunas partes de la república, en la Ley
General de Cultura Física y Deporte, los juegos tradicionales y autóctonos son
considerados patrimonio cultural deportivo del país, por lo que nuestras
autoridades deben preservar, apoyar, promover, fomentar y estimular, celebrando
este tipo de deporte, con la colaboración de las diversas asociaciones deportivas.
En
definitiva, ni los juegos tradicionales ni actuales son mejores o peores.
Es
cierto que es favorable que los niños a su edad conozcan y disfruten de la
tecnología que se les proporciona, pero esto requiere unas breves reglas que
los padres pasan por alto al no estar al pendiente de ellos, ya sea por diversas razones. Pero que sin embargo, si se maneja en forma correcta, moderada y controlada no existirá ningún inconveniente.
Además,
no vamos a comparar una tarde con los amigos de mi padre en el parque jugando a
juegos de antaño que pasar enganchado en el celular tablet, o cualquier ordenador,
Play Station o xbox a los niños y adolescentes ahora se les recomienda relacionarse
y conocer a más chicos de su edad por lo que en la internet o a través de las
redes sociales es más fácil hacer amigos que en la vida real.
No es
que yo esté en contra de los juegos actuales o modernos ni que prohíban el uso de las tecnologías,
pero… ¡Sí que los padres orienten y alerten a sus hijos de cada riesgo que supone tiene al
alcance un dispositivo!
Y es cierto lo que cuenta don JdeJ, mi padre, tristemente
es ingrato reconocer que, los juegos que ya no se juegan, quedaran para la
historia para contárselos a nuestros nietos, bisnietos y “rasguñanietos”. Por
hoy es todo. Muchas tardes y muy buenas gracias por tomarse su tiempo para
leerme.