Por: Roberto Cruz el 19 de abril de 2015
En el 2006 fue el panismo el que arremetió
contra el hoy líder de Morena calificándolo de mentiroso y comparándolo hasta
con Hugo Chávez
Carlos Navarrete, líder del partido del sol
azteca, asegura: ‘Un solo hombre empieza a pelearse con todos; un solo hombre
se victimiza… Decidió utilizar la campaña electoral de 2015 para preparar su
tercera campaña presidencial’
Las propuestas de AMLO de las últimas dos
semanas son preocupantes. Ofrece, en Guerrero, a los padres de los normalistas
desaparecidos, y a la CETEG, si gana su partido, que elijan al Fiscal General y
al Secretario de Educación. Dice que estaría todo el 2016 ‘asesorando’ al gobernador,
es decir, ‘gobernaría’
Camaleón.
Ha vestido casi todas las pieles, pero la
fauna en su guardarropa es extensa. A veces es lobo; a veces cordero; a veces
una hidra.
Hoy tiene su propio partido y espera que,
para el 2018, sus seguidores lleguen a 30 millones. Así lo dijo la semana
pasada.
López Obrador extraña el poder, pero
mientras llega su tercera oportunidad para intentar ser Presidente de la
República se acercará un poco. El jueves pasado, en esa comezón por verse como
el eterno guía popular, “informó” a los guerrerenses que de ganar la
gubernatura el candidato de Morena, Pablo Sandoval, él lo asesoraría durante
todo el 2016, para crear un plan de desarrollo.
Para ello, dijo, trasladaría su residencia
a Acapulco.
Siendo una idea de Andrés Manuel, algo de
maña o extravagancia debe tener. Obvio, la población se fijaría en él, no en
Sandoval. Es decir, éste sería una especie de “Juanito guerrerense”.
Tal vez no lo haría, pero haría que se lo
imaginara: “No te la vayas a creer, ¿eh?”.
Pero Sandoval ya está encaminado. El jueves
pasado tuiteó: “Anunciamos que ‘#AMLOseQuedaEnGuerrero’, pues aceptó sumarse a
mi gabinete”.
Además, su protagonismo, inviable, porque
Morena no ganará la gubernatura, sería toda una estrategia no de desarrollo
para Guerrero, sino para su campaña hacia el 2018 con el presupuesto de los
guerrerenses.
Desde que arrancaron las campañas políticas
hacia el 7 de junio, Andrés Manuel ha vestido retro, es decir, se ha puesto,
otra vez, la piel de lobo. Algunos días, sin embargo, aparece ataviado,
también, con la túnica del “Mesías” que siempre arrastró. Esta vez, sin
embargo, y sin ser campaña presidencial, ha innovado con varios rostros. Uno,
de hombre bienhechor, más papista que el Papa. Ofrece a los padres de los
normalistas desaparecidos y a la CETEG, si gana su partido, que elijan al
Fiscal General y al Secretario de Educación.
Por donde se le vea, ideas deschavetadas.
Es decir, si llegara a ser Presidente de la
República ofrecería a los llamados “anarquistas”, tal vez, la Procuraduría
General de la República o Fiscalía General Nacional. O cualquier otra
barbaridad.
¿Alguien lo tomará en serio?
Otro rostro es el del ogro. El retador, el
vencedor de todos sus enemigos. “El Pipiripau”. El gesticulador de la media
sonrisa, de la mueca rebosante de seguridad y el seseo.
En su onceavo año de campaña presidencial,
Andrés Manuel finge hacer trabajo político para los candidatos de Morena; hace,
pero para él.
No. López Obrador no la brinca sin
huarache.
Sus algoritmos políticos llevan a la
confusión, a la duda. A la desconfianza. Sus mejores aliados tal vez llegarían
a ser Venezuela, Irán, China, Rusia.
La semana pasada también aseguró que cuando
sea Presidente “regresará la Constitución a como la escribieron los
constituyentes de 1917”.
Que echará para atrás las reformas
estructurales impulsadas por el Presidente Enrique Peña Nieto, incluida la
Educativa, “porque perjudica al magisterio”.
López Obrador engaña a quienes se dejan
engañar, y son pocos (más de la mitad de los votos que obtuvo en 2006 y 2012
fueron perredistas y de otros tantos que lo consideraron serio y cuerdo). No
explica, por ejemplo, que el 90 por ciento del magisterio nacional, es decir,
el representado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, ha
adoptado los nuevos lineamentos de la Reforma Educativa. Es decir, un millón
300 mil maestros contra 60, 70 mil vividores -nunca dan clases- de las
prebendas, principalmente, sustraídas de Oaxaca.
Tampoco explica que las reformas aprobadas
fueron obra del PRI, del PRD y del PAN, y que ninguno de los proyectos
presentado por el Ejecutivo fue aprobado como los envió. Unos están plegados de
ideas panistas y otros de ideas perredistas.
‘¿Y A USTEDES QUIÉN LOS ENVIÓ?’
Uno de los objetivos de Andrés Manuel López
Obrador es que no se hable tanto del proceso electoral del 7 de junio, sino del
que posteriormente viene, el del 2018.
Que se hable de él.
Y, definitivamente, lo sabe, es su última
oportunidad de ser Presidente de la República. Entonces, hoy, todas las pieles
son necesarias.
Sin embargo, la que más comienza a notarse
ahora es la de la hidra. El semblante de encono, del “de una vez por todas” o se
van o me voy, de ahí que, por ejemplo, confronte, ahora, hasta a su propio ex
partido, el PRD, pero sin dejar de hostigar a sus clientes predilectos, “la
mafia”.
Con todos, la confrontación es de insulto;
nunca de propuesta. No sale de un círculo de estar tirando manotazos, pero
nunca describiendo o explicando un proyecto viable. La mayoría de sus
seguidores es políticamente alienable. La necesidad social que existe en México
los vulnera ante quien llegue a prometerles el cielo y las estrellas. Ellos no
exigen congruencia, y él no se las da.
Recientemente, López Obrador dijo que las
detenciones de líderes del narco no van a mejorar la situación del país, pues
el “cártel” mayor se encuentra en Los Pinos.
“No hay una banda en México, ni en el
extranjero, que robe tanto”, dijo.
“No hay ladrones más grandes en el Estado
de México que quienes han sido gobernadores”.
En abstracto se puede escribir un libro, o
dos o tres. En concreto, si hay pruebas creíbles o acreditables de delitos,
deben presentarse ante las autoridades judiciales, pero no gallinas ni
guajolotes, ni puercos, ni patos.
Su delirio por la Presidencia de la
República lo hace, ahora, “mandar al diablo”, también, la elección del 7 de
junio.
Durante un mitin en la Delegación Gustavo
A. Madero, hace 10 días, un grupo de personas lo increpó. Irritado, preguntó:
“¿Y a ustedes quién los mandó?”.
“No queremos ninguna provocación; es
(Víctor Hugo) Lobo, y no creo que sea Miguel Mancera el que les mandó; ¿no les
mandó Mancera, o Lobo, o (Carlos) Navarrete?”.
Días después, en Acapulco, repitió la
fórmula. Varias veces interrumpieron su discurso, lo que lo pone calientito.
Hizo un alto y preguntó a los quejosos: “¿A
ustedes los mandó (Enrique) Peña?”
Ante la embestida contra el PRD, porque
quiere sacar raja a la presencia de la izquierda como gobierno en la capital
mexicana, pero ahora instalando a su partido, llamándolo corrupto, lo que caló
hondo, Carlos Navarrete, dirigente nacional del sol azteca, no respondió a la
primera.
Incluso, ante la insistencia de reporteros,
que casi lo califican de miedoso, contestó: “¡No me piquen la cresta!”.
Navarrete es bravo.
Pero al tercer día llamó a conferencia de
prensa. Primero dijo que Andrés Manuel utiliza la campaña electoral de los
candidatos a diputados de Morena para instrumentar su campaña presidencial.
“Morena oculta a sus candidatos en un lugar
oscuro para que nadie los vea, y un solo hombre (López Obrador) hace campaña,
aparece en los spots y hace giras”, expresó.
“Un solo hombre empieza a pelearse con
todos; un solo hombre se victimiza; esa sí es una campaña presidencial
adelantada de López Obrador, quien decidió utilizar la campaña electoral de
2015 para preparar su tercera campaña presidencial”.
“Yo no sé si está decepcionado”, dijo; “es
probable que así sea, al creer que su sola presencia en el Distrito Federal
sería como una peregrinación de la Virgen de Guadalupe, e iban a salir con
velitas y fotografías a recibirlo por las calles de la ciudad, y como no
ocurre, está decepcionado”.
Para un “Mesías” ¿realmente su oráculo
será, obligatoriamente, llegar a la Presidencia de la República?
El mundo está lleno de charlatanes.
MÁS PELIGROSO QUE NUNCA
El mote a López Obrador de ser “un peligro
para México” fue creado, en 2006, por el PAN. Entonces era el candidato de la
coalición por el Bien de Todos (PRD, PT y Convergencia).
“(En 2006) fue publicitado por sus
opositores como un riesgo para el país. Esta campaña contra AMLO trascendió
hasta 2012”, aseguró, ese año, Parametría, empresa encuestadora.
Parametría indicó que el calificativo a
AMLO perduró varios años, y después descendió.
La empresa explicó que el mensaje no
implicaba, seis años después, el mismo nivel de credibilidad.
“Después de seis años de las elecciones de
2006, el 62 por ciento de los encuestados se acordaba del slogan, sí, pero sólo
33 por ciento cree que fue cierto, mientras que 45 por ciento, falso”.
No sabemos cuál sería hoy el resultado de
una encuesta de cualquier empresa. Hace tres años, López Obrador perdió ante
Enrique Peña Nieto con un margen muchísimo mayor que el que registró cuando fue
derrotado por Felipe Calderón. Entonces todavía tenía los votos del PRD.
Recordemos que en el 2006, Andrés Manuel
utilizó el hábito. Habló del prójimo. Del corazón. Vaya, engatusó de otra forma
a sus fieles. Tal vez por eso se diluyó en algo aquella frase tan atinada del
panismo.
Hoy no es 2018. Faltan tres años todavía,
pero el señor de la campaña permanente ya comenzó a insultar a medio mundo, a
hacer promesas inviables, a fantasear.
Dicen que muchos ven la tormenta y no se
hincan. Cuba la vivió, la vio y ahora intenta amainarla sin renunciar
totalmente a su ideología, pero desterrando utopismos.
Venezuela la vive, la ve, pero los mensajes
de los pajaritos la confunden.
Los buenos deseos no se cumplen con locuras
o jactándose de ser un iniciado. Eso sí vuelve peligrosas a las personas.