Por: Homero Aguirre Enríquez |
Redacción/Quihubole!!!
TIJUANA, a 4
de noviembre de 2019.-A punto de concluir el primer año del gobierno de Andrés
Manuel López Obrador, y en plena discusión sobre el origen y destino del
presupuesto federal que el trabajo de los mexicanos pone en sus manos, conviene
traer a colación lo que el actual presidente dijo en 2015 en una entrevista con
el periodista Jacobo Zabludovsky, respecto a cómo combatir la pobreza que
padecen millones de personas.
Dijo López
Obrador, en ese entonces flamante dirigente de Morena: “si no hubiese
corrupción en México, no habría pobreza… no habría inseguridad ni violencia… yo
calculo que se roban, entre traficantes de influencias y políticos corruptos,
como 500 mil millones de pesos cada año, medio billón; es el robo más grande
que se comete en México”. Y luego agregó, sin decir cómo calculó esa cantidad,
que con ese dinero ahorrado al combatir la corrupción acabaría con la pobreza.
Quien tenga tiempo y paciencia puede ver personalmente la entrevista en
internet.
Todos somos
testigos de que estas ideas, en las que se mezcló el diagnóstico correcto de
los problemas nacionales, principalmente de la pobreza, con fórmulas simplonas
y falsas para resolverlos, fueron el eje de una campaña que a la postre hizo
ganador a López Obrador y puso fuera de combate a un partido, el PRI, que había
regresado al poder a cometer los mismos atropellos y errores que lo habían
sacado años antes de la presidencia de la República, amén de que formaron
legiones los priistas que, abierta o embozadamente, se pasaron con armas,
bagajes y malas artes a Morena.
Pues bien, en
agosto de este año, en Puebla, el presidente declaró triunfalmente y entre
ovaciones de sus seguidores, reales y cibernéticos: “ya puedo decirles aquí,
con la frente en alto que ya no hay corrupción…”. Y si esto es así, uno puede
suponer legítimamente que esos 500 mil millones de pesos que “ya no se robaron”
del presupuesto que actualmente ejerce la 4T, deben aparecer en algún lugar de
las cuentas nacionales para destinarlos a resolver lo que se ofreció en
campaña: terminar con la pobreza y la violencia.
Es decir, uno esperaría ver desde ahora un incremento en el gasto destinado a vivienda popular, apoyos a productores del campo, mejoras en sistemas de educación y salud; disminución importante o desaparición total de las carencias de agua, luz, drenaje, pavimentos, espacios deportivos y culturales; apoyo a la investigación científica, impulso al deporte, etcétera; un verdadero alud de obras y acciones para paliar la pobreza y el atraso.
Es decir, uno esperaría ver desde ahora un incremento en el gasto destinado a vivienda popular, apoyos a productores del campo, mejoras en sistemas de educación y salud; disminución importante o desaparición total de las carencias de agua, luz, drenaje, pavimentos, espacios deportivos y culturales; apoyo a la investigación científica, impulso al deporte, etcétera; un verdadero alud de obras y acciones para paliar la pobreza y el atraso.
Pero ni en el
presupuesto ejercido este año ni en el que se propone para ejercerse en el 2020,
aparece ese “ahorro” de medio billón de pesos como resultado de la épica lucha
contra la corrupción, presentada a los votantes como un bálsamo milagroso que
cura las heridas de la pobreza, “sin elevar impuestos ni endeudar al país”.
Ahora, nadie en el gobierno se digna ajustar cuentas entre lo ofrecido y lo
cumplido.
El presupuesto
del 2020 contempla un gasto de 6.1 billones de pesos que se obtendrán del cobro
de impuestos a la renta, del IVA, del impuesto a las gasolinas, de las ventas
de petróleo y electricidad, principalmente, y contempla un endeudamiento de más
de medio billón de pesos. Por ningún lado aparecen los presuntos ahorros de 500
mil millones logrados durante el 2019; a pesar de que supuestamente ya acabaron
con la bestia negra de la corrupción huachicolera y la de las estancias
infantiles, comedores, programas médicos, apoyos a la vivienda popular y
programas para el campo, además de que, confundiendo el
hígado con el
bazo, despidieron a miles de burócratas y a todos los que quedaron les bajaron
los salarios porque supuestamente era corrupción ganar los salarios que
indicaba el tabulador.
Lo que se
observa es la misma maniobra del año pasado: recortar programas para financiar
aquellos que consideran que darán votos, aunque la gente siga igualmente pobre
y marginada, con el agravante de que ya no pueden recortar programas
“corruptos” de otros sexenios, pues ya no queda casi ninguno, y ahora tienen
que meter tijera a sus propias invenciones del año pasado; un truco indigno de
quienes presumen honestidad. Veamos: de los 18 programas que la propia 4T marcó
como prioritarios para el bienestar, sólo siete reciben un incremento:
pensiones, tanto para adultos mayores como para personas con discapacidad,
siembra de arbolitos, precios de garantía, producción para el bienestar (sic),
becas para universitarios y para preparatorianos.
Pero, para financiar esos aumentos en los programas dirigidos a la gente cuyo voto persigue la 4T, recortaron otros de los programas “emblemas” de la nueva administración: por ejemplo, el programa de “Jóvenes construyendo el futuro” recibe un recorte del 36% (16 mil millones menos); el de becas para niños de nivel básico disminuye un 41% (41 mil millones menos), y así sucesivamente se recortan los recursos para vivienda, fertilizantes, microcréditos, ganado, desarrollo cultural, medicinas a no asegurados y rescate del Lago de Texcoco, entre otros, lo que equivale a quitarle al pueblo con una mano lo que se le entrega con la otra. Una verdadera burla. Junto con eso, se continúa el drástico recorte a programas de construcción de obras básicas en colonias y pueblos, lo que provoca ya un aumento de la inconformidad y la irritación entre la gente del pueblo, que nota cómo fue burlada, otra vez, su esperanza de abandonar la pobreza.
Pero, para financiar esos aumentos en los programas dirigidos a la gente cuyo voto persigue la 4T, recortaron otros de los programas “emblemas” de la nueva administración: por ejemplo, el programa de “Jóvenes construyendo el futuro” recibe un recorte del 36% (16 mil millones menos); el de becas para niños de nivel básico disminuye un 41% (41 mil millones menos), y así sucesivamente se recortan los recursos para vivienda, fertilizantes, microcréditos, ganado, desarrollo cultural, medicinas a no asegurados y rescate del Lago de Texcoco, entre otros, lo que equivale a quitarle al pueblo con una mano lo que se le entrega con la otra. Una verdadera burla. Junto con eso, se continúa el drástico recorte a programas de construcción de obras básicas en colonias y pueblos, lo que provoca ya un aumento de la inconformidad y la irritación entre la gente del pueblo, que nota cómo fue burlada, otra vez, su esperanza de abandonar la pobreza.
Los
antorchistas somos una organización nacional con profundo arraigo en el pueblo;
tenemos documentada y analizada nuestra visión del país y sus problemas; y
sabemos desde hace mucho que la corrupción, aunque debe combatirse, no es la
madre de la pobreza, sino una de las consecuencias de la mala distribución de
la riqueza nacional. Hoy que cumplimos 45 años organizados sostenemos con mayor
vigor que nunca la necesidad de un modelo económico que a corto plazo haga
crecer al país y redistribuya riqueza sin que se elimine la producción privada.
Millones de
mexicanos claman por un gobierno que ofrezca una solución estructural a sus
terribles problemas de pobreza y, por lo pronto, los antorchistas exigimos una
modificación del presupuesto 2020 que evite que la gente continúe
empobreciéndose más. Por esa razón, con datos duros, argumentos sólidos y miles
de participantes, acudiremos dentro de pocos días a la Cámara de Diputados, en
demanda de obras y servicios indispensables para los más pobres de México. Como
siempre, pedimos la comprensión y solidaridad del pueblo de México y lo
invitamos a sumarse a nuestro esfuerzo organizado.
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