viernes, 17 de febrero de 2017

SAN JUAN CHAMULA/CRÓNICA

CHIAPAS
Autor: José Luis Castillejos Ambrocio
(joseluiscastillejos@gmail.com)
SAN JUAN CHAMULA.- Y fue preciso escuchar el estallido del cohete y a la banda de música, en procesión, para despertarme del éxtasis que generaba en mí este pueblo ubicado en un valle entre montañas donde sus casas está insertadas entre el follaje de los pinos y concluir, mentalmente, que esta es la tierra del encanto y de la procesión constante.
Y fue necesario despertarme para evocar el pasado desde la Iglesia de San Juan Chamula donde se fusionan las antiguas tradiciones mayas y la religión cristiana que se impuso a partir del siglo XVI.
Y fue conveniente contar una a una, con la mirada, las 98 velas frente a las cuales un sacerdote vestido de blanco oraba en lengua tzotzil, desde el corazón de San Juan Chamula, el pueblo que fue conquistado y semi-destruido por el capitán Luis Marín en 1524 y entender la encomienda que tuvo Bernal Díaz del Castillo.
Tuve que entrar en silencio a la Iglesia de fachada blanca, con paso suave, para no agitar el viento ni perturbar al sacerdote Maya que oraba frente a una urna de cristal, custodiada por Manuelito y el Señor de Esquipulas. Nunca entendí lo que decía pero supuse que entraba en comunión con sus propios dioses a quienes suplicaba algo mientras abrazaba una especie de ataúd transparente donde reposaban vestimentas sagradas.
El aroma a juncia o ramas de pino de estos rumbos de los Altos de Chiapas, utilizado para las festividades religiosas o fiestas populares, se mezclaba con el olor a parafina y el vaho del posh o aguardiente dentro de la Iglesia de estilo colonial, que no tiene bancos y donde los indígenas oran hincados, con los ojos cerrados y haciendo reverencia a los 36 santos.
El techo central en forma de canoa invertida tiene 15 estrellas y seis grandes ramos florales que cuelgan con medianas lámparas-arañas. Unas franjas de telas parecen pequeñas olas que se ondean desde lo alto y apenas se remecen con la ventisca que se cuela en la fría tarde.
Miles y miles de velas y veladoras danzan con sus luces que van de un lado a otro como pequeñas lenguas de luz que muerden la nostalgia. Hermosas y aromáticas flores y la mirada apacible de un Cristo desde lo alto en tanto San Mateo, la imagen de la ascensión del señor, de San Juan Bautista y de San Juan Menor, custodian el recinto sagrado.
Los creyentes rezan a diversos santos, beben posh, una bebida alcohólica, o fermento de maíz, mezclada con coca-cola y sprite que les sirve a los indígenas para eructar y entrar en contacto con los espíritus de los santos.
Una curandera permanece hincada, otra más sostiene entre sus brazos a un niño. Una gallina descansa, momentáneamente, frente a la especie de sacerdotisa maya que habrá de sacrificar al animal, torciéndole el pescuezo una vez que “limpie” de los malos espíritus a un pequeño niño que permanece en los brazos de su madre.
El pacto de limpieza concluye al encender velas y tomar un poco de posh. La curandera sonríe satisfecha y deja escapar un reflejo de luz desde su diente de oro. El rito se ha consumado y la madre del menor, satisfecha por la acción, procede pasarse un fuerte trago de licor. Sonríen quizás porque a una de ellas, mientras oraban, alguien le llamó al celular.
El cronista al igual que todos los turistas tienen prohibido filmar o fotografiar sus ritos o procesiones religiosas así como el interior de sus iglesias y si lo hiciera deberá correr el riesgo de ser azotado, expulsado o linchado ya que los indígenas son celosos guardianes y temen que se les robe el alma de los santos o la de ellos.
El sagrado templo de los chamulas es la joya de la corona y lo más más misterioso del lugar. En su fachada resalta un gran arco de medio punto con arquivoltas y motivos azules adornados con cruces y círculos amarillos y blancos respectivamente.
Dentro de la iglesia, una nube de incienso atraviesa de extremo a extremo y millones de pequeños hilos verdes de pino sirven de alfombra vegetal para atenuar la pisada y darle realce al lugar. Las velas están por todos lados de manera ordenada y frente a ellas los indígenas, ya sean sentados, ya sean estirados, con la mirada clavada en el suelo y la oración en los labios, leyendas y cánticos en lengua maya.
Pareciera que aquí se ha detenido el tiempo y que la voz de los mayas es un indescifrable mensaje al Dios de la montaña de los que oran y cantan mientras las gallinas mueren en manos de las sacerdotisas. Unos oran, otros lloran.
Este es un viaje a otra dimensión, al ámbito de lo desconocido y, frente a la Iglesia, el mercadillo donde las frutas despiden su aroma, entre las vainas de guage, o guash, que sirve para desparasitar a las personas de manera natural. Hay chayotes, plátanos, calabazas, piñas, telares y diversas tejidos y niños que asedian al turista.
San Juan Chamula está situado a una altitud de 2,200 metros sobre el nivel del mar este municipio está conformado por más de 58,920 habitantes. El pueblo de chamula se fundó casi inmediatamente después de la derrota de los indios chiapanecas en la batallada librada en 1524.
Los barrios San Juan, San Pedro y San Sebastián conforman este centro ceremonial Tzotzil, situado en un valle que según las creencias fue el lugar que San Juan Bautista escogió. No solo los cerros sagrados enmarcan los espacios sagrados si no también las cruces, cuyo significado está relacionado con las tradiciones cristianas y con las raíces prehispánicas. A un costado de la entrada principal de este sitio se encuentran las ruinas de la anterior Iglesia de San Sebastián.
La plaza central es la sede de las autoridades religiosas y civiles, del mercado y de la Iglesia. La atmósfera mágica que se guarda en el interior de la Iglesia principal también se traslada a las calles donde los chamulas participan en los rituales sincréticos con una gran devoción y solemnidad.
El nombre de Chamula significa “Guacamayo Escarlata” o lugar donde abundan guacamayas, que con el tiempo y la castellanización quedaría como Chamula. Otra interpretación dice que significa "Lugar de agua espesa, como de adobe".
Aquí en esta parte de los alto de Chiapas la religión fue introducida por los evangelizadores del siglo XVI, y adaptadas a las tradiciones religiosas más antiguas. San Juan Chamula fue el principal escenario de la Guerra de las Castas de 1869 y fue en la Iglesia donde se refugió el fervor.
San Juan Chamula es un viaje a otra dimensión... a otro espacio, a otro tiempo.
 
¿Quien es José Luis Castillejos?
@jlcastillejos
#casoviri
Esta es su biografía
 José Luis Castillejos Ambrocio nace el 3 de febrero del año 1964 en Venecia, una comunidad costera del municipio de Tapachula, Chiapas, México.
Su infancia estuvo vinculada al campo, a los sembríos de maíz, algodón, plantaciones de banano, al mar, donde descubre la urgencia de describir su entorno.
A los 19 años de edad es el colaborador más joven de la revista Siempre y reportero del diario El Nacional en la urbe más grande del mundo.
Un año después elabora análisis para la oficina de prensa del Gobierno del Distrito Federal y en horas de la madrugada hacía análisis informativos para Caminos y Puentes Federales de México y la Secretaría General de la Contraloría.
Tras el terremoto de 1985 decide retornar a Chiapas donde es designado a los 21 años jefe de prensa del Seguro Social y un año después ocupa el mismo cargo en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos en la costa de Chiapas y después es designado director del diario Tiempo de Chiapas.
José Luis Castillejos, Poeta, periodista, escritor, crítico de teatro y literatura, periodista internacional, actualmente escribe sobre migrantes, narcotráfico, indigenismo, guerrilla y terrorismo. La revista Quihubole!!! Tiene el privilegio de tenerlo como amigo personal. 

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