Redacción/Quihubole!!!
Septiembre debe ser el mes de José Antonio Meade Kuribreña; con tres días de diferencia, cinco año después, toma protesta como secretario de Hacienda por segunda vez, una instantánea del quinto año de Felipe Calderón Hinojosa en el cuarto de Enrique Peña Nieto, con implicaciones diametralmente opuestas; en el 2011, la lucha contra el crimen organizado fue el desastre, en contraste con un escenario económico muy aceptable.
Septiembre debe ser el mes de José Antonio Meade Kuribreña; con tres días de diferencia, cinco año después, toma protesta como secretario de Hacienda por segunda vez, una instantánea del quinto año de Felipe Calderón Hinojosa en el cuarto de Enrique Peña Nieto, con implicaciones diametralmente opuestas; en el 2011, la lucha contra el crimen organizado fue el desastre, en contraste con un escenario económico muy aceptable.
Ahora,
los dos temas son el infierno.
Ni
en la imaginación más alucinada está el regreso de Genaro García Luna, pero los
economistas, por ósmosis, transitan, sin prejuicio, entre administraciones; por
esa vía llegó Meade, desde el calderonismo, al mismo punto del peñismo, con
paradas intermedias en la Secretaría de Relaciones Exteriores y en Desarrollo
Social.
El
tiempo empieza a darle la razón a Felipe Calderón para probar que “el cambio
del método” de Miguel Ángel Osorio Chong en la lucha contra el crimen
organizado empeoró las cosas, y la conducción de la economía de Luis Videgaray
Caso llegó a mal puerto, además de acelerar su salida con la terrible operación
de la visita de Donald Trump.
Los
dos grandes problemas se mantienen como prioridad nacional, con la diferencia
de un presupuesto recortado que implica el sacrificio social, un crecimiento
muy alejado del pronóstico del 2013, que la esperanza de las reformas
estructurales lo ubicaban en 4.9% este año, contra la cruda realidad del 1.9%,
y tal vez menor.
En
ese 2013, la amenaza era: “Si no pasan las reformas económicas, el crecimiento
será de ‘un pobre’ 3.7% en 2016”. El mal cálculo es aterrador.
Pero
ahora, el más calderonista de la administración de Peña Nieto se dice sin
partido y enfrenta la presión mediática del equipo de Ricardo Anaya Cortés.
Pepe
Meade se siente presidenciable, y lo es. El paso de Sedesol a Hacienda inspiró
a algunos analistas a descartarlo; en realidad es un reconocimiento a la
capacidad ante la urgencia, y la escena del crimen llamada México, donde
trabaja Osorio Chong, es tan compleja que si no lo enrocan de Gobernación a
otro fuerte, terminará mediáticamente aniquilado.
Pero falta la prueba de fuego del calderonista
en el equipo peñista que se dice sin partido; ¡Aguas!, porque con esa
declaración dada a Excélsior, la curia priísta más rancia le puede poner un
gran candado, sobre todo si ven al Presidente debilitado.
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